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Don miedo

Opuesto a Francisco de Quevedo (s. XVII), que afirmaba “poderoso caballero es don dinero” debería darse ese atributo al miedo, colega clásico de la humanidad, amo de sueño y pesadillas, fráter desde la infancia al final minuto de vejez, cuando se dice adiós. El miedo emputa y empalaga, dependiendo de la distorsión mental de cada cual o de sus hormonas. “Pero pues da autoridad / al gañán y al jornalero, / poderoso caballero / es don Dinero”, sentenciaba el español, significando que -sin importar la clase social (no la suya, por cuanto la gozaba)- los tontos alrededor por ello lo admiraban.

Lección con mayor magistralidad sobre lo que es la demencia humana y gozo perverso de la envidia no hay. Quevedo sintetiza en este poema cómo las sociedades desean, mientras residen en pobreza, no la autoridad ética de alguien, su ejemplo, catadura y plusvalía, sino la posesión material. Así sea el dueño un bruto maligno o criminal, moneda sobre moneda, dólar sobre dólar lo convierten en superior.

Parecido es el miedo, al cual recurren paganos y cristianos, derechistas y torpes izquierdistas para aterrorizar a la población. Que si arriban a Tegucigalpa las mentes pervertidas del Foro de Sao Paulo se contamina Honduras cual vaticinó Subirana; que si rompemos relaciones con Taiwán y las armamos con China la venganza norteamericana será descomunal; que si suspendemos el acuerdo de extradición caerán neblinas, zanates y garrapatas; y que cuando felicitamos a Maduro por su (dudoso, digo yo) triunfo nos llueven granizo, ceniza y cangrejos. Nada aconteció, miedo grueso dispersado, disipado, inyectado a la mente del ciudadano para anularle la reacción de su natural lógica, obstaculizarle el análisis de la verdad.

Leí hace unos días la afirmación terrible, expresada por cierto articulista a quien es grato no conocer, que Honduras es gallinero. ¡Rediós! (cual insultan los camioneros en Marsella: réseau!), ¿cómo alguien participa de concepto tan bajo y pobrísimo de su nación? Pues si bien es real que somos tercio mundo, que nos faltan desarrollos en muchos ámbitos y que nos distancian procesos de civilización, tampoco somos clan o tribu y que más bien hemos superado, entre casi 200 naciones de la tierra, lo que le falta a otro tercio de ellas.

El analfabetismo en Honduras ha disminuido como igual, aunque lenta, la pobreza; Tenemos baja inflación (201% en Argentina) y deuda externa menos de $10 mil millones, criminalidad relativa (Ecuador se suma en crisis, hay desastre en Haití, Bolivia es revolución). Concurren otros factores que no nos elevan pero tampoco nos hunden sino que generan estabilidad (crecimiento actual de 3.3% con posibilidades de 3.5% a fin de año; incremento de remesas hasta casi 10 mil millones, equilibrio en divisas). Mucho pero mucho mejor que otros.

Lo que no disminuye son la derrota y pesimismo residentes en la mente nacional. El uso de la mentira para crear incertidumbre (como aplicó una cámara de comercio que, falsa, izó una bandera negra en su sede) contribuye a desazón y engaño pues mucho de la irregularidad del dólar se debe, dicen, a ocultos y delictuosos manejos de bancos y empresarios que exportan ilegalmente su capital.

Entendamos que sólo quien se deja engañar se engaña.