Columnistas

Educación fracasada

A finales de los setenta, cuando la educación hondureña cayó en manos de los colegios magisteriales y la Secretaría de Educación fue tomada por políticos incapaces y corruptos, empezó el fracaso de la educación pública en Honduras.

Antes de ese quiebre salían del colegio otro tipo de jóvenes que sabían de español, matemáticas, historia, de valores cívicos y éticos, que respetaban la vida, las instituciones y las leyes, eso se acabó.

Antes, los políticos, empresarios, profesionales, artesanos, obreros y campesinos tenían una conducta de vida distinta, porque su educación los formaba como seres humanos, no como máquinas.

En casi todos los ámbitos de la vida nacional tenemos un país “patas arriba” y todo se debe a la pésima calidad del ciudadano que hoy deambula por las calles, producto de esa educación fallida.

De esto no se salva nadie, los de clase pobre, media y alta.

Tampoco se salvan los centro educativos privados, allí se forma gente frívola, sin amor al país, ni respeto al prójimo, solo pensando en el dinero. Si creen que exagero solo vean a su alrededor, si no fuera así el país sería otro.

Cuando veo los imparables incendios forestales que acaban con el medio ambiente y la vida, las maras asesinas proliferar, la galopante y descarada corrupción pública, la clase empresarial voraz y timorata, los funcionarios gubernamentales incapaces, solo pienso en la pésima educación que todos ellos han recibido. Pienso que algo malo se hizo o algo importante se dejó de hacer en las aulas de clase que produjo esta generación falta de orgullo patrio, poco solidaria e indolente.

No se requieren sofisticados planes educativos, sino volver a enseñar lo básico, lo fundamental, pero bien; adicionalmente, tenemos que volver al hábito de la buena lectura, fomentar una cultura de vida y de paz. Poco sirve emitir más leyes, las inversiones en infraestructura, los planes bien intencionados, si tenemos una pésima educación. El fracaso de la educación es el fracaso de la sociedad