El foro de Davos de este año, marcó el fin de la globalización y el surgimiento de los regionalismos. De hecho, se abrió paso hacia una nueva arquitectura en el gobierno global y una nueva reformulación del papel de las instituciones multilaterales. El orden mundial que se estructuró después de la Segunda Guerra Mundial, de la disolución de la Unión Soviética y el fin de la Guerra Fría que originó el poder hegemónico unipolar de Estados Unidos llegó a su fin.
El fin de ese mundo unipolar dio paso a un nuevo orden mundial tripolar con tres potencias disputándose el control del mundo: Estados Unidos, China y Rusia. India es una cuarta potencia que busca participar en aquel festín y que se mueve entre las tres con autonomía y agenda propia, pero aún no muestra sus cartas. También han surgido otras potencias regionales que se están abriendo paso en sus esferas de influencias como Brasil, Turquía, Irán, Indonesia, Sudáfrica, Egipto y Nigeria, la cuales de la mano de los BRICS van a tener un fuerte protagonismo global.
Por un lado, Estados Unidos e Inglaterra lideran las siete economías más desarrolladas de Occidente. De allí la jugada de la anglofera de provocar con la OTAN la guerra de Ucrania contra Rusia para quebrar a Alemania, la principal económica europea, y de paso al resto de Europa y convertir a los países europeos en vasallos para conservar su hegemonía global.
Del otro lado, China, Rusia e India lideran el bloque de las economías más desarrolladas de Asia y con los bloques geoeconómicos de los BRICS, la organización de Cooperación de Shanghái y otros controlan la mayoría de las económicas de Asia, África y América Latina. Un poder que tiene tambaleando a la hegemonía de Estados Unidos, que para afrontar su declive y enfrentar los resurgimientos imperiales de las potencias asiáticas.
Su apuesta fue cambiar las políticas económicas neoliberales del consenso de Washington por el nuevo consenso de Cornwall, cuyo centro de batalla es la economía verde, las energías limpias y la transición energética. La economía verde es la nueva religión del poder occidental, una manera de Estados Unidos de sacudir de sus declinantes poderes imperiales y buscar mediante políticas ambientalistas frenar el paso del péndulo del poder global de Occidente a Asia.
Miran como una amenaza el resurgimiento de antiguos imperios como China, Rusia, India, Irán y Turquía. China y Rusia les llevan décadas en los avances en el control de las nuevas tecnologías, las energías limpias, y quién controle las nuevas tecnologías tendrá la llave del control del mundo.