Analistas nacionales e internacionales coinciden en que Honduras tiene una oportunidad única para construir un futuro mejor, especialmente porque en la actualidad se perfilan con mayor nitidez tres condiciones favorables a la nación: 1) Un nuevo gobierno con ánimo de cambiar el rumbo equivocado del país; 2) Estar inmersos en una nueva crisis climática, que demanda unidad y suscita la solidaridad y participación de diversos sectores sociales, económicos y políticos; y 3) Gozar del respaldo y simpatía de la comunidad internacional y especialmente de los principales socios comerciales del país, como ser los Estados Unidos y Europa.
Que esas condiciones favorables se puedan aprovechar, depende básicamente del liderazgo gubernamental para lograr que se plasme cualquiera de los siguientes escenarios, que por tradición denominamos como básico, optimista y pesimista. Cada uno de ellos supone un futuro diferente, que los hondureños deberíamos poder construir con la únicas herramientas disponibles para los pueblos sabios y prudentes, consistentes en el diálogo inclusivo, la concertación nacional y la tolerancia respecto a los adversarios.
En el escenario básico, las cosas continúan como hasta ahora, sin un rumbo claro en materia económica, comercial y diplomática, con un discurso ambiguo respecto a los empresarios y la inversión extranjera, con una confusa política que socava la libertad de prensa y la democracia, y con el uso ineficaz de los recursos públicos otorgando subsidios mal focalizados, acompañados de ayudas y bonos distribuidos en forma opaca. Además, este escenario supone que no hay acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) ni garantía para el arribo de una CICIH con dientes.
El escenario pesimista implica que los fondos públicos se utilizan para obtener apoyo político y lograr mayoría del partido gobernante en la Corte Suprema de Justicia (CSJ), junto con el abandono del compromiso de instalar en el país una CICIH con dientes y la renuncia a suscribir un acuerdo con el FMI.
También entraña la ruptura definitiva de la alianza Libre-PSH y la manipulación astuta para aprobar la Ley del nuevo Consejo Nacional de Defensa y Seguridad y la Ley de las Mesas de Participación Ciudadana. Adicionalmente, el escenario conlleva el deterioro de las relaciones con los empresarios, mayores invasiones de tierras y la imposición de correligionarios sin los méritos ni las calificaciones profesionales en diversos puestos del Estado.
El escenario optimista, por su parte, implica la instalación de una CSJ independiente y conformada por magistrados de trayectoria limpia y de reconocida integridad, que contribuyan al respeto de la Constitución de la República y que sean un bastión de apoyo a una CICIH dotada de libertad y facultades para investigar y acusar a los corruptos de cualquier color político.
Supone también la suscripción de un nuevo acuerdo con el FMI, la conformación de un nuevo gabinete de verdadera integración nacional, la legalización de la Junta Directiva del Congreso, la instalación de una mesa nacional de concertación de políticas públicas y el congelamiento de la iniciativa relativa a las Mesas de Participación Ciudadana.
¿Cuál escenario prevalecerá? Todo depende de la postura que asuma el gobierno de doña Xiomara Castro sin Zelaya.