Ciertamente que Honduras –su pueblo- en un pueblo aguantador. Por no decir masoquista. O, como diría un estimado amigo por allí: “Duro de matar”. Le dan por abajo, le dan por arriba, por atrás, por delante -como a las piñatas- y nada. Por lo menos, me dijo un colega, somos buenos para aguantar riata.
Solo con el tema de la energía basta y sobra. Recuerdo los famosos apagones en tiempos de la “revolución moral”, racionamientos de ocho y más horas. El ruido estridente y ensordecedor de los motores en la calle peatonal de la capital y en centros comerciales.
Con el tiempo nos dimos cuenta que Callejas había dejado negociado los contratos térmicos –la mayoría leoninos- pero que, en el nuevo gobierno, aparecieron otros “vivos” y, para renegociarlos, dejaron sin valor y efecto lo que había negociado la administración anterior y ese desfase produjo el déficit en el suministro de energía y los consecuentes apagones.
Otros rufianes aprovecharon para hacer su “negocito” extra con la importación de centenares de motorcitos desde España y de otros países para que se hiciera la luz.
Pronto los térmicos fueron satanizados -con razones de sobra- y, entonces, emergió su majestad, el grupo de los renovables, como los redentores del pueblo y los salvadores de la ENEE, cuyas finanzas habían colapsado por el ordeño despiadado y criminal de esos monstruos conocidos como “los térmicos”.
Y vino, entonces, una campaña muy bien orquestada -por el bien del país- para darle vuelta de calcetín a la matriz energética y reemplazar la generación térmica por la eólica y fotovoltaica. Energía limpia y barata y con recursos renovables que le sobran a Honduras, decíamos los pobres ingenuos y papos como yo.
Pero, el desengaño llegó pronto. La medicina salió peor que la enfermedad. Energía solar que en los países vecinos cuesta ocho o nueve centavos el kilowatio hora, aquí se la vendieron a la ENEE a 15 centavos, más tres centavos de incentivos. El doble.
Ahora los “monstruos” térmicos son unos lindos y agraciados “peluchitos” en comparación con los renovables, los nuevos “Godzillas” que atracan a la ENEE.