La ciudadanía hondureña y la comunidad internacional miran con suma preocupación que en los partidos políticos que competirán en las elecciones primarias o internas, dentro de sus movimientos llevan en sus filas precandidatos en todos los niveles de elección popular marcados o manchados de corrupción, incluidos en la lista Engel y con casos pendientes con la justicia nacional e internacional.
Igualmente, sucedió en las elecciones generales del 2021, participaron candidatos cuestionados surgiendo como diputados del orlandismo (nacional), del yanismo (liberal) y del melismo (libre), quienes, han hecho pacto de impunidad para encubrir, proteger, y fraguar un fraude electoral, en las primarias y generales del 2025.
Por supuesto, nos alegra y transmite confianza en gran manera las declaraciones de Laura F. Dogu, embajadora EE. UU. en Honduras, cuando confirma que para las elecciones primarias y generales del 2025 habrá un sistema de seguridad en el proceso electoral que garantice elecciones limpias, transparentes y sin fraude. Lo mismo expresa la embajadora de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en el país.
El pleito electoral será entre la comunidad internacional versus la clase política corrupta, liderados por el melismo de Honduras.
Expertos aseguran que es suficiente solamente inscribirse para las elecciones y sin obtener un tan solo voto, la clase política corrupta, incrustada en los partidos Nacional, Liberal, Partido Salvador de Honduras (PSH) y Libre, serán los que se alcen con el triunfo. Gran desafío destruir esta perversa conspiración.
Pues, confiemos que los sistemas democrático y electoral de Honduras no sean un insulto o chiste, como lo es en Venezuela, Nicaragua, Cuba y otros países con gobiernos dictatoriales.
Sabemos que, el fin de un sistema democrático es doblegarse, de vez en cuando, a las opiniones de los demás, y lo cruel de esta misma democracia o sistema democrático es que el sistema ha llevado al poder a innumerables tiranos (tirano: déspota, dictador, autócrata, opresor). Un sistema democrático que no solo pone al tirano en la silla presidencial, sino que también permite la destrucción de las instituciones sociales, económicas, políticas, jurídicas, que inviabiliza entre otros temas las relaciones de libre mercado y termina con la distorsión de autoeliminarse degenerando en una perversa dictadura.
Pues bien, esas son las aspiraciones del gobierno melista de perpetuarse en el poder utilizando al remanente orlandista del anterior gobierno de JOH y al yanismo del Partido Liberal, para distorsionar la democracia hondureña, volviendo el proceso electoral vulnerable.
¡Urge un cambio! En Honduras existen hombres de gran valor ético y moral, con capacidad profesional, responsabilidad patriótica y virtud de estadista como Carlos Urbizo Solís del Partido Nacional, Luis Zelaya del Partido Liberal y Olban Valladares del Partido Innovación y Unidad Social Demócrata. Ciertamente, surgirán otros ciudadanos con el deseable perfil para fortalecer las opciones de la decencia, idoneidad y madurez política que el elector demanda para llevar nuestra nación hacia el desarrollo, progreso y bienestar. Queda planteado.