Columnistas

La crisis energética y el sector transporte

La combinación del shock de la oferta y la demanda después de la recesión global causado por las medidas contra el covid-19 y las secuelas de la actual guerra rusa en Ucrania han sumido a los mercados energéticos en el caos. Las consecuencias son particularmente notables en los llamados países emergentes y en desarrollo, en el sur global.

Los precios de la gasolina y el diésel también han aumentado significativamente en América Latina. Allí, los combustibles son un pilar fundamental de todo el suministro energético, desde el transporte de mercancías y personas hasta el uso de generadores para generar electricidad.

Al mismo tiempo, hay menos alternativas, por ejemplo en el transporte local y de carga, porque, a diferencia de Europa, los trenes (uso sin combustible) casi no juegan un papel entre Argentina y México.

Debido a las consecuencias de largo alcance de los aumentos de precios, ya ha habido protestas en Argentina, Ecuador y Panamá, y los observadores también esperan que el descontento público se extienda a otros países.

Incluso si los gobiernos tratan de absorber las consecuencias de los aumentos de precios a través de subsidios y reducciones de precios para el combustible, existen límites financieros a lo que se puede hacer.El dilema contemporáneo se puede entender con el ejemplo de Honduras.

Los recortes en el precio de la gasolina y el diésel por orden del gobierno representan un alivio a corto plazo, pero al mismo tiempo es cuestionable cómo serán las tendencias a largo plazo. En relación a los salarios medios del país, los precios de los combustibles no son fáciles de pagar para muchas personas, especialmente en comparación con otros países.

Por supuesto, esto también se aplica a los costos indirectos del combustible, por ejemplo, la comida, que también se está encareciendo debido al transporte más caro, o los viajes en autobús, cuyos precios, por supuesto, también han aumentado.

Dados los salarios en Honduras, los precios de L 132.51 por galón en la capital después de la reducción de 5.63 lempiras en súper y el galón de regular en L 115.63 después de la reducción de L 3.48 son simplemente demasiado caros para muchos consumidores, al igual que la electricidad o incluso algunos alimentos.

En El Salvador, por ejemplo, el combustible es más barato mientras que la gente suele ganar un poco más y en otros países de la región sí es más caro que en Honduras pero igualmente hay salarios mejores, como en el caso de Costa Rica y Panamá.

El sector transporte en Honduras necesita una perspectiva de largo plazo que, a diferencia del consuelo temporal de las rebajas de precios, debe centrarse en reformas del sistema de transporte. Se necesita un transporte público barato, fiable, bien desarrollado y seguro, así como, paso a paso, una aplicación más estricta de las normas de tráfico.

También existe la necesidad de apertura a nuevos conceptos como el “car sharing” y la desgravación fiscal para los grupos de menores ingresos. Después de todo, el sistema de transporte es la columna vertebral de un país, y un concepto de transporte de alto rendimiento es esencial para la productividad económica y el progreso.