No se debe permitir el lujo de criticar sin analizar los contextos reales que abarcan el juego, cierto es que algunos factores externos influyen, pero lo más importante es como el jugador crece interactuando con el balón, como se va conociendo él mediante este proceso. Es deber también de los que están involucrados indirectamente de tener la necesidad de decir la verdad, analizar; lo que se ve más allá de un resultado.
Es tiempo de cambiar el estatus de los formadores, dejar de ganar en las ligas menores, dejar de incentivar el triunfo. En cambio se deben elogiar las maneras, las formas, como se hacen las cosas para lograrlas. El fútbol hondureño se está muriendo, porque no se invierte en el mismo desarrollo de sus jugadores y tampoco de sus entrenadores, ya es hora de dejar pensar en buscar un modelo, si es que alguna vez se pensó en ello, es momento que el jugador saboree el juego, que se deleite conociendo la gama del mundo del fútbol/juego. Que el jugador sepa interpretar acciones y reacciones, que en vez de correr, se posicione bien, que el entrenador le enseñe las posturas correctas para moldear una buena recepción.
El futbolista hondureño es trabajador, se compromete y se esfuerza. Tiene un gran compromiso para lograr sus sueños, pero muchas veces es mal entrenado, adicionalmente su entrenamiento invisible (lo que hace después de la práctica) es inadecuado. Las críticas torpes abundan, el análisis del por qué se perdió es escaso. Conocer el juego no es sencillo, esa es una larga faena, solo queda trabajar inteligentemente para que las cosas sucedan como queremos. Jugar al juego es una obligación en ella está implícito el reglamento, anotar más goles que el rival. Es esto lo que nos obliga a conocer la infinidad del mundo ofensivo y saber que el juego es un todo que las transiciones ofensivas están ligadas con las transiciones defensivas; repercuten entre sí.
Pero para formar hay que formarse, tener esas ganas de saber más de los que recibimos, conocer el mundo a través de nuestras oportunidades. Hay que formularse preguntas con respuestas difíciles, hay que parar de tratar al niño en formación de manera despectiva, buscar que conozca su talento, tener vocación verdadera para lograr que el joven futbolista llegue a sentir emoción por el juego y de esta manera crear hábitos en pro del juego. Se ocupan más campos de fútbol con condiciones aptas para jugar al juego, más fútbol de calle, que es donde el niño más aprende a tomar decisiones basada en el conocimiento del juego.
La cruzada es por la formación de buenos jugadores, porque el talento mal trabajado repercute a futuro. Los nuevas generaciones deben de gozar del juego, entender que es bueno ganar, es algo intrínsico en ellos pero también aprender a jugar, eso es lo más valioso. Duele saber que el juego no interesa, que el conocimiento del mismo poco importa y que la enseñanza está debilitada, hay pocos formadores que lo entienden y a ellos mis respetos.
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