Tegucigalpa, Honduras
Sorprendidos nos dejó de nuevo el expresidenciable liberal Luis Orlando Zelaya y otros “opositores” de Juan Orlando Hernández Alvarado que fían como “presidente” a Salvador Nasralla y, hoy, en medio de una marcada ambición, piden cargos y el trono del Congreso en el próximo régimen que –a su modo- califican de “dictadura”. Ja-ja-ja.
Tanta bulla, tomas de carreteras, vandalismo, saqueos, millones en pérdidas y cierre final de numerosos negocios tras la odiada declaratoria a favor de JOH para que los mismos incitadores del caos salgan con el rayado cuento de que todo fue un fraude electoral y todos, sin excepción, son parto de lo que dicen odiar. En la cama caen domados por el billete.
La oposición asegura que el Tribunal Supremo Electoral (TSE) cometió un mayúsculo dolo al dar como ganador de las pasadas elecciones a Hernández Alvarado. Llamaron a sus bases y activistas para aclamar a Salvador Nasralla como “único mandatario electo por el pueblo” el próximo 27 de enero. Lo sentarán de cucharita en el trono.
Empero, cuando empezaron a sonar los nombres de varios nacionalistas para ocupar la presidencia del Congreso Nacional aquellos que no avalan las votaciones ni al indómito como Presidente de la República fueron los primeros en decir que “pelearán” ese puesto.
¿Entonces? Si JOH es “dictador e ilegal” como alegan, ¿por qué piden chambas? Los “morales” sostienen que vivimos una “dictadura”, pero varios de ellos, algunos ya medio longevos y enfermos estarán becados en el Poder Legislativo y otros tragarán dentro de cuatro años en el elefante blanco del Parlamento Centroamericano (Parlacen) al ser “electos” en un “fraude” por otros partidos.
¿Estamos errados o mentimos? Por ahí andan unos señorones –uno liado a la prensa y otro excercano del expresidente Manuel Zelaya- que todos los días le recalcan a JOH que ganó su “ilícita reelección” con timo, pero los dos calladitos van al Parlacen. Se echarán ocho mil dólares por dos “agotadoras sesiones” al mes. Todo sea por el bien de su ración a lomos de la nación. ¡Cuando las tripas suenan… pisto quieren y punto!