Columnistas

La patria y sus símbolos

Cuando llegué a Cuba, a estudiar la licenciatura en Sociología en la Universidad de La Habana, uno de los primeros encuentros que tuve fue con una ciudadana hondureña, que había salido de La Ceiba en 1944, atraída por los amores dispensados a un marinero cubano. En muchos años, Juanita, que era su nombre no había regresado al país. A través del tiempo, como parte de su remembranza hacia su terruño, se había dado a la tarea de guardar celosamente algunos documentos como periódicos, revistas y postales de Honduras. En su haber contaba con un pabellón nacional. Cuando llegué a su casa una de sus hijas me hizo una recomendación especial, no le vaya a cantar el Himno Nacional de Honduras, porque se emociona mucho y después queda muy triste recordando su país.

Aquello me sirvió para entender mejor el valor que tienen los símbolos nacionales. Un símbolo patrio es aquel que no se queda en las circunstancias de una determinada época histórica; sería fatal que las naciones tuvieran símbolos para cada momento, eso implicaría que habría que estar modificando o cambiando el contenido de la representación material y espiritual alusivas a la patria. Tampoco puede ser la imagen que tiene cada grupo social; para eso existen los símbolos propios de organizaciones y comunidades. Los símbolos patrios tienen un contenido más general, tratan de reflejar las emociones, sentimientos y aspiraciones de la totalidad de la población, sino es así, deja de ser un símbolo nacional.

Cuando triunfó la revolución cubana, a nadie se le ocurrió cambiar la letra o la música del himno de ese país hermano, por el contrario, se reafirmó el valor de la lucha independentista que fue origen de los símbolos patrios, como parte de un solo proceso emancipatorio. El propio Fidel Castro, en algún momento de sus alocuciones, repitió una frase de Julio Antonio Mella, quien dijo, refiriéndose a los luchadores por la independencia de Cuba, que, “nosotros entonces habríamos sido como ellos, ellos hoy habrían sido como nosotros”. En la independencia de América Latina, todas las naciones tuvieron como premisa la Revolución Francesa, Revolución Industrial y la Ilustración, aspectos que en su momento eran procesos de cambio y una revuelta en contra del dominio absolutista y monárquico. Lo anterior se ve reflejado en los símbolos de la mayoría de los países de América Latina.

Pedirle a Augusto C. Cuello, autor de la letra del Himno Nacional de Honduras, que lo hiciera bajo la inspiración de algunos artistas y escritores de ahora, es un embuste que no tiene sentido. Sorprende que, en los actos oficiales, en los últimos días se estén haciendo presentaciones donde el Himno Nacional es catado y cambiándole el contenido a algunas estrofas y a la música. En cualquier nación, que no sea Honduras, esto sería motivo de escándalo y protesta.

El uso del Himno Nacional no puede quedar a la voluntad de cada ciudadano de darle la tonalidad y escritura según su criterio particular. La Bandera, el Escudo y el Himno Nacional son los símbolos mayores que evocan nuestra nacionalidad; su defensa es la defensa del patrimonio cultural de la patria.