La solidaridad de la Unión Europea

Es absolutamente falso que la Unión Europea no haya mostrado su solidaridad con España. La UE se declaró en duelo inmediatamente

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La semana pasada, muchos nos sorprendimos al leer el artículo “Valencia y el eurocentrismo”, firmado por Pablo Carías. Nos pareció un ejercicio de desinformación, que utiliza cínicamente el sufrimiento humano. Merece ser aclarado con la verdad, no solo en honor a los lectores, sino porque la desinformación amenaza la libertad y la democracia en todo el mundo.

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Es absolutamente falso que la Unión Europea no haya mostrado su solidaridad con España. La UE se declaró en duelo inmediatamente. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ofreció enseguida el sistema de satélites de geovigilancia Copernicus “para ayudar a coordinar los equipos de rescate”.

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También puso a disposición el mecanismo de protección civil, que activa la asistencia combinada de los otros 26 Estados miembros, así como el Fondo de Solidaridad de la UE para contribuir a la ingente tarea de reconstrucción. Francia envió varios equipos de bomberos a Valencia y Alemania facilitó equipamiento técnico. En ningún momento se ha dejado a los ciudadanos “bajo el amparo de la Divina Providencia”, como sucede, según el autor afirma, cuando se producen fenómenos similares en América Latina.

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España y la UE nunca se han mostrado indiferentes ante los desastres naturales. Los hondureños lo saben. Basta recordar nuestra respuesta inmediata tras el huracán Mitch. La ayuda humanitaria de España ascendió a 6 millones de euros en alimentos, medicamentos, logística y ropa, entre otros elementos básicos para la asistencia de emergencia.

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Después, durante siete años, 18 millones de euros fueron dedicados a la construcción de escuelas y viviendas. Alemania aportó 18 millones de euros de ayuda humanitaria, alimentaria y de reconstrucción en los cuatro años siguientes. Francia anuló la deuda de Honduras, que ascendía a 22 millones de euros. La UE destinó inmediatamente 17 millones de euros a Honduras.

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Desde 1994, la UE en su conjunto ha destinado 77 millones de euros de ayuda humanitaria a Honduras. Y así, la UE ha mejorado la capacidad de reacción de Honduras ante desastres naturales: la capacidad de anticipación a inundaciones ha subido de 3 a 19 horas, con 16 estaciones de alerta temprana en el río Ulúa, protegiendo a 200,000 familias en el Valle del Sula, donde está el 60% del PIB y 50% de exportaciones de Honduras. Alemania refuerza este esfuerzo común para prevenir futuros desastres naturales con 23 millones de euros destinados a la Alcaldía del Distrito Central para realizar más de 30 medidas de infraestructura en barrios y colonias marginalizadas, a través del banco de desarrollo alemán KfW.

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Es lamentable que el autor no exprese en ningún momento sus condolencias por la muerte de tantas personas y el sufrimiento de sus seres queridos: por ahí debía haber empezado. Solo utiliza una tragedia para cumplir un encargo: criticar que la UE defienda la integridad territorial y la soberanía de Ucrania. ¿Rechazaría el autor que la región defienda a Honduras ante una guerra imperialista?

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Lo que la UE hace en Ucrania es defender la Carta de Naciones Unidas, que en su artículo 2.4 establece: “Los Miembros de la Organización, en sus relaciones internacionales, se abstendrán de recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza contra la integridad territorial o la independencia política de cualquier Estado”.

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Rusia ha violado sus propios compromisos, los mismos que volvió a aceptar en el Memorándum de Budapest de 1994, que firmó para recibir las 3,000 armas nucleares de Ucrania. A cambio de la desnuclearización de Ucrania, Rusia, Estados Unidos y el Reino Unido se comprometieron a “respetar la independencia, la soberanía y las fronteras existentes de Ucrania” y “abstenerse de la amenaza o el uso de la fuerza” contra Ucrania. Todo el mundo está cumpliendo las obligaciones de la Carta de la ONU y del Memorándum de Budapest, menos Rusia.

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Parafraseando al alto representante de la UE, Josep Borrell, la guerra imperialista de Rusia contra Ucrania intenta acabar con las aspiraciones comunes de los europeos tras la caída del Muro de Berlín, hace justo 35 años: la libertad y la democracia.

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