Comienza un año plagado de conflictos y guerras abiertas en varias partes del planeta. Si el año pasado estuvo condicionado por las guerras de Ucrania, la Franja de Gaza y Nagorno Karabaj, el 2024 presenta varios focos calientes que pueden deparar sorpresas y sobresaltos inesperados. A los contenciosos de África, Oriente Medio y Asia, se le pueden añadir otros nuevos focos que requerirán nuestra atención y un mayor esfuerzo político y diplomático por parte de la comunidad internacional.
El Líbano. País secuestrado en la práctica por el grupo pro iraní Hezbolá, que condiciona la vida política y social de esta complicada nación, los recientes lanzamientos de misiles y cohetes contra Israel por su parte han provocado la reacción israelí en una escalada que puede conducir a una nueva guerra entre ambos bandos, tal como ya aconteció en el pasado. El ataque de Hamás a Israel el pasado 7 de octubre, la consiguiente respuesta israelí, y la implicación de Irán en la desestabilización regional, atizando a sus aliados en la zona, tanto en Gaza, el Líbano y Siria, para que ataquen al Estado hebreo, hacen presagiar un año de alto riesgo y que la guerra se desborde más allá de las fronteras israelíes.
El Cáucaso. La corta guerra iniciada por Azerbaiyán el 19 de septiembre de 2023, conflicto denominado como “la guerra de un día”, fue un paseo militar que condujo a la ocupación del enclave armenio de Nagorno Karabaj y la ulterior limpieza étnica del territorio, provocando la salida de 100.000 armenios hacia la vecina Armenia. Sin embargo, todavía al día de hoy ambos países, enfrascados en varios litigios territoriales, no han firmado un tratado de paz como se esperaba tras la violenta resolución de la crisis de Nagorno Karabaj, y Azerbaiyán sigue sin reconocer las fronteras armenias, considerando a una buena parte de sus territorios como suyo (“Azerbaiyán Occidental”) y con derechos para arrebatarlos por la fuerza. La situación sigue siendo muy incierta y la soledad de Armenia, abandonada por Rusia y Occidente, han dotado a Azerbaiyán de una clara hegemonía regional con la ayuda de su gran aliado, Turquía.
Taiwán. La situación en. Taiwán sigue siendo de alta tensión y China sigue provocando numerosas tensiones en la zona en los últimos años, sobre todo cuando sobrevuela casi a diario el espacio aéreo de la que denomina como la “isla rebelde”, bloque navalmente a la misma y a sus barcos de abastecimiento y exportaciones y amenaza con invadirla por las supuestas afrentas que le hace. Además, las recientes elecciones celebradas en este país complican el panorama y las futuras relaciones entre China y Taiwán. Los 19 millones de ciudadanos convocados a las urnas han optado por hacer presidente al candidato del partido gobernante y actual vicepresidente. El líder del Partido Progresista Democrático (PPD) ha encabezado la carrera con un 40,25% de los sufragios, según los resultados oficiales con más del 100% de los centros electorales escrutados. La formación nacionalista Kuomintang (KMT), proclive a un acercamiento con Pekín, quedaría en segundo puesto, para gran enfado de China, que ve como su candidato menos cercano a sus intereses, William Lai, es elegido nuevo presidente de Taiwán.
De Ucrania a las guerras de África
Ucrania. La guerra en Ucrania se ha estancado y no se detectan grandes avances territoriales después del relativo fracaso de la contraofensiva ucraniana. El conflicto se ha convertido en una guerra de desgaste, en la que Rusia sigue ocupando casi el 20% del territorio ucraniano y aparece en una situación de clara ventaja en el largo plazo. Occidente, y más concretamente los Estados Unidos, comienzan a dar señales de cansancio ante el estancamiento de los frentes, los escasos resultados obtenidos con las sanciones impuestas a Rusia y la incapacidad ucraniana por recuperar sus territorios. Aunque las dos partes siguen negándose a abrir un diálogo político para resolver la crisis abierta con el ataque ruso a Ucrania, no parece que el recurso de la fuerza vaya a resolver el embrollo y abrir las puertas a una solución pacífica, tan necesaria como deseada.
Moldavia. Moldavia sigue entre la espada y la pared, entre sus deseos de integrarse en la Unión Europea (UE) y las amenazas rusas, siempre tan presentes como beligerantes. Aparte de tener que soportar la ocupación de una parte de su territorio por los rusos (Transnistria), Moldavia ha sufrido en estos años una avalancha migratoria procedente de Ucrania, el estancamiento de su economía por la dinámica regional y varios intentos de desestabilizar el país por parte de los servicios secretos rusos, que operan a través de varias fuerzas políticas prorrusas legales en el país. La situación sigue siendo muy inestable y cualquier chispa puede prender el fuego de un conflicto de mayores proporciones.
Georgia. Este país sigue atrapado en el juego geopolítico que se desarrolla en el Cáucaso entre las grandes potencias, entre Rusia y Turquía. Rusia sigue ocupando los territorios georgianos de Abjasia y Osetia del Sur, en los que mantiene fuerzas militares, y que reconoce como “Estados independientes”, algo que también han hecho Venezuela, Siria y Nicaragua. Moscú, además, se opone tajantemente a la adhesión de Georgia en la UE y la OTAN y obstaculiza cualquier acercamiento de este país a Occidente. Su soledad en la escena internacional es casi total y poco puede hacer frente a la todopoderosa Rusia.
Yemen. Tras más de diez años de guerra (2014-2024), más de 60.000 yemeníes han muerto en un largo conflicto en que se entremezclan factores endógenos y también exógenos. La guerra civil yemení es un enfrentamiento armado que se generó como consecuencia del golpe de Estado sufrido en 2014 contra el presidente Al-Hadi. Dos partes enfrentadas y radicalizadas se disputan el Gobierno yemení. Los separatistas del Sur y las fuerzas leales al gobierno de Al-Hadi, con sede en Aden, entraron en conflicto con los guerreros hutíes, y fuerzas leales al expresidente Salé, que son apoyadas por Irán. Al Hadi, por el contrario, es apoyado por los Estados Unidos y Arabia Saudita. No se ve en el corto plazo una salida negociada al conflicto y pesan más los intereses de las fuerzas externas que los intereses generales del país.
Violencia descontrolada en Ecuador, México y Colombia. En los tres países nos encontramos con un contexto violento muy parecido, en que convergen bandas criminales organizadas, la presencia de una potente narcotráfico cada vez más activo e implicado en redes económicas ilícitas y el creciente descontrol en el tráfico de armas. El caso de Ecuador pasó a ser un caso sintomático de la crisis que se vive en la región, pues pasó de ser un pacífico y tranquilo país a uno de los más peligrosos del mundo. En Ecuador prácticamente cada 69 minutos fallece una persona en un contexto de violencia criminal. Según datos de la Policía Nacional, en 2023 ocurrieron unas 7.592 muertes violentas, mucho más que los 4.426 decesos registrados en 2022. México es otro caso casi sin remedio y tiene en su haber nueve de las diez ciudades más peligrosas del mundo y su tasa de criminalidad, con más de 36.000 homicidios el año 2023, es una de las más altas del mundo. En lo que respecta a Colombia, la inseguridad ha llegado a niveles alarmantes durante el gobierno de Gsutavo Petro y los homicidios han aumentado en el 2023 un 5,9%, superando los 13.000 en ese año. Sobre la violencia en Venezuela, que sigue siendo azote constante desde hace años, no hay datos oficiales, pero la situación es terrible y apenas se puede pasear por las calles venezolanas sin ser asaltado o asesinado.
Guerras en África. Las guerras en Libia, Somalia, Chad, Sudán del Sur y el Congo siguen su curso sin que haya avances en sus procesos de paz o en la resolución pacífica de los conflictos, provocando graves crisis humanitarias y la migración de millones de personas de las zonas en guerra hacia Europa y otras partes del mundo. No se atisban iniciativas políticas y diplomáticas tendentes a la búsqueda de acuerdos entre las partes en todos estos conflictos, mientras la comunidad internacional y la sociedad mediática en general pasan por alto estas guerras como si no existieran, aunque cada vez se detecta un mayor interés por parte de Rusia y China en África al tiempo que la UE y Francia pierden peso político e influencia.