Quién entiende a la “clase política” catracha. Antes y después de las reñidas elecciones del pasado 26 de noviembre, la oposición soñó “justo” a Luis Almagro, secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA) por no avalar las votaciones. Ahora es amargo y poco recto al batir como vocero de la Maccih, a Juan Jiménez Mayor. Las olas del poder.
Increíble que los fatuos de “resolver” los problemas de países del “tercer mundo” nos tengan con la soga al cuello. Almagro es –de repente- otro hipócrita trotamundos.
Muy parecido a su anterior José Miguel Insulza quien tras el derribo del exjefe Manuel Zelaya Rosales ordenó bloquear nuestra nación y dejarnos en una crisis geopolítica sin precedentes.
Caímos en manos de insinceros y, de paso, los corruptos nos cercan trabados en entes insulsos. Los grandes hablan de decoro y están hasta el pelo de delitos instando pláticas en gratos salones y palacios.
¿Farsantes? Sí, porque quienes ayer loaron a Almagro por no fiar las elecciones hoy lo escupen por “intereses”, extrañas orgías y racismo a lo interno de la Maccih.
“Queremos a Almagro, que venga la ONU, que la Maccih no sirve, que Jiménez Mayor no arranca, que el vocero de la Maccih le pegó fuerte a los corruptos”…solo son tonadillas los de traje y brandi. Hartos nos tiene un grupillo de solapados bañándose de pulcros y toda la vida ha vivido de la teta estatal. Los de aquí gritan dolos y sorben de la “dictadura”. ¿O no?
Están igual a Almagro que –como todo gorrón– fue canciller del expresidente José “Pepe” Mujica y lo becaron en la OEA; Jiménez Mayor presidio –de julio de 2012 a octubre de 2013– el Consejo de Ministros de Ollanta Humala –exmandatario de Perú– preso por corrupto junto a su esposa. Por su ración nos dicen que el pus es exclusivo de Honduras.
Las lumbreras nunca quieren perder y siempre alegan tener la razón. Almagro salió quemado con Álvaro Colom y su labia es quedar bien con todo mundo para seguir en la OEA. Se peleó con Jiménez Mayor quien se fue aullando. Nos salió peor el remedio que la enfermedad con “personajes” de la burocracia.