Columnistas

Matar al mensajero

En lugar de reflexionar y analizar el contenido de un mensaje o información desfavorables, verificando su razón de ser y antecedentes, hay quienes despotrican contra el emisor de este, como si fuera la causa o responsable de los males que informa.

A esta práctica retórica -común entre varios funcionarios de este y anteriores gobiernos- se le llama “matar al mensajero”, y es una variedad conocida del argumento o falacia ad hominem.

Esta semana, la Universidad Vanderbilt presentó los resultados del último informe Barómetro de las Américas, denominado “El Pulso de la Democracia” en Honduras 2023 (Ver https://www.vanderbilt.edu/lapop/honduras/ABHND2023-Pulso-de-la-democracia-20240723.pdf) Este reporte es elaborado por el Consorcio LAPOP, que investiga mediante encuestas los comportamientos y valores democráticos en el continente americano. Desde 2004 -el reporte cumple ya 20 años- LAPOP ha venido aplicando encuestas de forma regular (cada dos años), analizando sus resultados y luego divulgándolos en espacios académicos de la región. Honduras ha sido parte de este esfuerzo desde sus inicios y, nuevamente, investigadores vinculados a la iniciativa acudieron al país para dar a conocer los hallazgos, tal como lo hicieron con los nueve anteriores.

El reporte ha sido de invaluable ayuda durante las dos últimas décadas para los análisis de quienes escudriñamos, comentamos y enseñamos sobre los fenómenos políticos en nuestro país y esta zona del mundo. La percepción sobre la calidad de nuestras democracias y sus instituciones, los problemas más sentidos por la ciudadanía y las acciones de los liderazgos políticos y sociales, entre otros, se encuentran incluidos en sus páginas, acompañados de tablas, gráficos y explicaciones detalladas, usualmente en una perspectiva comparada con la de otros países con contextos parecidos. Al tratarse de encuestas de opinión pública llevadas a cabo en distintos años, es posible ver la evolución del sentir y pensar de la gente, sobre temas tan variados como la corrupción, la impunidad, la confianza institucional y hasta la inclinación o no a respuestas más o menos democráticas o autoritarias para la gestión de las necesidades más importantes de la población. Y, como suele pasar con ejercicios estadísticos, contrastarlos con otros de distinto origen y producción permite convalidar sus resultados y extraer importantes conclusiones sobre nuestras sociedades.

Siempre me ha parecido que la hipersensibilidad que muestran algunos políticos ante los fríos números y conclusiones de estos (y otros) estudios revela mucho de su intolerante personalidad y carencia de valores democráticos. Que la población los tenga a ellos, los partidos y el Poder Legislativo donde juegan con nuestro destino, entre los menos confiables, es un dato muy revelador. Pero no vamos a eliminarlos junto con sus clubes y el parlamento por esa razón, (aunque orondos corifeos y aprendices de dictador así lo sueñen, entre líneas y calenturas).