En una sociedad marcada por el androcentrismo, sería singular que las condiciones de discriminación de las mujeres periodistas pudieran ser diferentes a las demás. En las universidades, al igual que en las diversas salas de redacción, predomina la presencia femenina.
Allí hay discriminación positiva. En donde se mantiene la estructura piramidal es en el acceso a los cargos de responsabilidad y toma de decisión. Casi siempre, las pocas mujeres que llegan a esos cargos están invisibles, aunque para ello han tenido que demostrar mayor capacidad y compromiso, y en muchos casos se les ve como adversarias porque la tradición es que el poder es de los hombres.
Además, está la ansiosa conciliación que la mujer periodista debe hacer entre su profesión, la maternidad y el hogar, algo que en general no mete ruido a los hombres porque esa es cosa de mujeres.
Por la histórica carga patriarcal, que una mujer ocupe un cargo de dirección no cambia de inmediato la agenda informativa a favor de temas que afectan a las mujeres como violencia, femicidio, acoso sexual o discriminación, pero sí podría hacer que otras con sensibilidad de género abran esos espacios tan vitales para avanzar hacia la igualdad entre hombres y mujeres.
Entre los años 50 y 60, Hilda Alonso, Irma Santos, Santa Santos, Magda Argentina Erazo, Nora Landa Blanco, Argentina Díaz Lozano y Mirtha Torres rompieron para las nuevas generaciones el predominio de la masculinidad en los medios.
En la actualidad con mucho acierto Marlen Perdomo funda y dirige Proceso Digital; María Antonia Martínez dirige Diario La Prensa, en EL HERALDO Aimée Cárcamo es jefa de la página de Opinión y Thelma Mejía jefa de información e investigación de TN5. Es posible que existan otras entre ellas que, para enfrentar la discriminación, el desempleo y los estereotipos, han optado con mucho esfuerzo por crear y dirigir sus propios programas.
En este 25 de mayo, Día del Periodista, mis respetos y admiración para todas esas talentosas y valiosas mujeres que están reescribiendo la historia.