Piratas de siempre

Piratas, corsarios y filibusteros siempre ha habido, pues, en Honduras. Desde los remotos con parche al ojo y espada a los que durante la colonia explotaban al indígena”

  • 07 de octubre de 2024 a las 00:00
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“Trujillo fue atacado por los holandeses en 1632, por los franceses en 1633 y por ingleses en 1672 y 1689. El pueblo fue incendiado por franceses en el 1622, por holandeses en el 1634 y por otros en 1787, 1794 y 1797. A fines del siglo XVII Guanaja, y especialmente Roatán, se volvieron nidales predilectos de los piratas. En su libro The Lost Fleet, el escritor Barry Clifford se refiere a la convocatoria de piratas en Roatán en 1683 como ‘uno de los eventos extraordinarios en la historia’ de esos criminales.

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Casi todos los piratas más temidos de la época allí estuvieron --entre ellos Chevalier de Grammont, Laurens de Graff, Nikkolaas Van Hoorn, Yankey Willems, Michiel Andrieszoon, Pierre Bot y Jean Foccard. Era una de las agrupaciones más grandes de piratas que jamás había y claramente muestra que los españoles estaban en situación difícil. Obvio que era imposible maniobrar envíos marítimos entre casi mil piratas localizados a menos de 50 millas. El saqueo de Vera Cruz fue la culminación de la convención de piratas en Roatán --no se necesitaba una flota tan grande de ellos para derribar Trujillo”.

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Tal informan las autoridades de la Colonia en un libro publicado por el Instituto Hondureño de Antropología e Historia (IHAH) en 1994 (“Proyecto de restauración y consolidación de la fortaleza Santa Bárbara de Trujillo”), donde se precisa que las acciones de saqueo en mar y puertos no eran una actividad económica individual o de grupos sino oficial ya que monarcas y autoridades lo permitían, patrocinaban y consentían, como fue el caso mejor sabido del corsario y “patriota” Francis Drake, a quien la reina Isabel I de Inglaterra tituló caballero y honró cual héroe.

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Piratas, corsarios y filibusteros siempre ha habido, pues, en Honduras. Desde los remotos con parche al ojo y espada a los que durante la colonia explotaban al indígena y robaban la tierra a los campesinos mestizos, y no digamos en el arranque de la modernidad, cuando se armaba revoluciones para tumbar mandatarios o impedir una elección. Y qué decir de cierto partido político poblado con delincuentes que trasladaba en camiones a los ignorantes electores, comprados con una sopa y a quienes marcaban anticipadamente el voto.

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¿O no fueron corsarios los diputados y ministros que entregaron el territorio nacional primero a las bananeras, segundo a las mineras, tercero a latifundistas y últimamente a inversionistas en las ZEDE (en un congreso que fue la mayor agrupación de apátridas en el siglo XX)? O los que quebraron Conadi, la Bolsa y Banco de Fomento, los que cerraron el Consejo Nacional de Planificación Económica (Consuplane) para medrar sin control ni planes de desarrollo; o filibusteros quienes organizaron células secretas de represión como el 3-16 y reprimieron y mataron siguiendo órdenes imperiales. Peor, los que obstaculizaron el avance de la educación y retrasaron la liberación mental de su pueblo y los que enviciaron al gobierno de la UNAH instalando en ella mafias administrativas y estudiantiles. O piratas con hábito aquellos que estupidizan al hondureño cada hora con supersticiones sacras y devociones a un libro escrito hace mil años y lleno con fábulas e invención. Merecida para esos la horca, sea la política o la real.

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