Debería haber una relación razonable entre prensa y crisis, lo cual implicaría que la prensa hablada y escrita, por su responsabilidad ante los usuarios, sería capaz de orientar, facilitando políticas públicas que reduzcan o eliminen el riesgo de problemas sociales, económicos y políticos en una sociedad en que cada día que pasa se vuelven más frecuentes. Lamentablemente, este ideal con el cual surgió la comunicación normada se ha ido perdiendo. La misma prensa escrita está con enormes dificultades para mantener el papel que jugó en el pasado reciente en los procesos de socialización de la cultura y el moldeamiento del espirito humano.
El aparecimiento de las nuevas tecnologías aplicadas a la comunicación, han establecido una nueva forma de relacionar a las personas, sin negar los beneficios de las llamadas redes sociales, estas, al estar disponibles de forma gratuita con solo ser usuario de internet y disponer de un celular o un smartphone, permiten entrar en contacto con miles de personas. El problema es que se entra en contacto con personas que no asumen ninguna responsabilidad por el significado del mensaje. El emisor, con alguna frecuencia es desconocido y el mensaje que se trasmite, por lo general, no tiene ningún nivel de profundidad. Los mensajes no siempre responden a sentimientos nobles, se difunde muchas expresiones que confunden y expresan odio y temor.
Mucha información que se trasmite carece de veracidad, pero nadie se interesa por verificar su autenticidad. En estas condiciones, una noticia extravagante, sensacionalista, incluso inverosímil, llama más a la lectura que un sereno y ponderado análisis.
Se están perdiendo los espacios de debate y propuestas sustantivas para a búsqueda de soluciones a los problemas, aspectos que la prensa escrita, en consideración a las demandas de sus lectores, está obligada a tomar en cuenta.
En caso del coronavirus, se está llevando a las redes sociales, con resultados desalentadores. Este es un problema para el cual ninguna sociedad estaba preparada para enfrentarlo, pero en caso de Honduras, había un rezago, tanto que ni siguiera podíamos atender las enfermedades que habitualmente se presentaban, lo cual hace que la pandemia haga más daño. De un país en el cual la constante ha sido la improvisación y la corrupción, nada bueno se puede esperar.
No tenemos un sistema de evaluaciones de conteo rápido; hasta ahora el sistema de salud ha hecho pruebas a unas 2 mil personas, en tanto, otros países este número lo superaron en un solo día, la letalidad es una de las más altas en América Latina, siendo más bajo el número de pacientes que se recuperan que los fallecidos, en otros países es a la inversa. Con subregistros y una mala base de datos no puede haber ningún modelo matemático que funcione. En estas condiciones, o se es demasiado optimista o se trasmite un mensaje apocalíptico acerca del comportamiento y resultados de la pandemia.
El tema relacionado con el coronavirus y otros, requiere un tratamiento serio y responsable por parte de la prensa, no por las redes que sus mensajes son más reactivos que propositivos