No nos alegra haber acertado en los pronósticos económicos vertidos hace más de tres meses, a finales de julio y, basándonos en datos y tendencias identificadas a mitad de año 2024. A través de sus tecnócratas representantes, el FMI endureció sus exigencias y, al percatarse de los débiles resultados del difuso gabinete económico, exigió el cumplimiento literal otorgando a cambio una evaluación positiva de las postergadas revisiones de marzo y septiembre. Los miembros del gabinete pretendieron adjudicarse una victoria “soberana y socialista” cuando en realidad, las reuniones con el Fondo tuvieron como punto central de agenda el cumplimiento de la elevación de la Tasa de Política Monetaria (TPM) y la flexibilización del tipo de cambio monetario. A cambio de estas forzadas y verticales condiciones, el gobierno tendrá el desembolso de 2 bloques en Derechos Especiales de Giro (DEG) por un valor de $89.21 millones (cada uno), equivalentes a unos $250 millones.
Al gobierno le vino muy bien recibir esos desembolsos de la tesorería del FMI puesto que le permiten cerrar algo de la brecha en la ejecución presupuestaria y, sobre todo, en apoyo a las reservas internacionales, hoy fuertemente presionadas a alimentar la demanda de divisas para tratar de atenuar en algo la aceleración del deslizamiento cambiario. Cada dólar ya vale L25.12, su valor históricamente más alto. Pero, el descuadre de los ingresos de divisas frente a la superioridad de los egresos marca una tendencia contundente a continuar devaluando el resto del año y gran parte del año nuevo. Entre varias múltiples relaciones sistémicas, hay un vínculo directo y estratégico entre las importaciones, las reservas internacionales y el tipo de cambio.
Altas reservas permiten sostener cierta estabilidad del tipo de cambio, pero, hay que seguirlas nutriendo con entradas de divisas por exportaciones crecientes, flujos incrementados de inversión extranjera, en lugar de haberlas utilizado para gasto corriente en el primer año de gobierno. En el acuerdo o programa suscrito entre el FMI y el gobierno en septiembre de 2023, quedaron establecidas metas y compromisos concretos. Parece que algunos funcionarios gubernamentales han asumido que la aparente flexibilidad del FMI -que viene desde el gobierno de Hernández- significa “hacer lo que les dé la gana”. Se ha concedido un “espacio fiscal” pero siempre condicionado a cumplir indicadores específicos. Ningún gobierno se había jactado tanto de ser “bien evaluado” por las misiones técnicas del FMI y de utilizar dicha situación como parte de su propaganda oficial. Luego, el propio FMI le exige cumplir las metas postergadas como condición concreta para realizar los desembolsos de los préstamos acordados. Por cierto, ya sea por ignorancia o descaro, uno de los debutantes ministros ha dicho que los préstamos del FMI han sido otorgados en condiciones concesionales. Que alguien lo oriente. Hay que pagarlos en plazos cortos de 5 a 10 años a tasas mínimas del 6%.
Las tres previsiones del gobierno acordadas con el FMI en materia monetaria/cambiaria y en particular para aumentar las reservas internacionales, no se cumplieron durante 2024. Estas son: a) Reducción esperada de ventas de divisas a importadores de petróleo; b) Aumento de los desembolsos netos al sector público y; c) Entradas netas de capital privado externo respaldadas por mayor confianza. Ninguna de esas previsiones se cumplió y solo se produjeron desembolsos de urgencia forzada por el propio FMI al verse obligado el gobierno a elevar la tasa de política monetaria y acelerar el deslizamiento cambiario.