El queso es un producto de larga data. Tan antiguo es que se lo sitúa a más de 10,000 años en la historia gastronómica del hombre.
La leyenda más extendida sobre el queso trata de un mercader árabe que mientras recorría el largo desierto, guardó leche en un recipiente hecho a partir del estómago de un cordero.
Al abrirlo, vio que la leche había fermentado, debido al cuajo del estómago del cordero y a las altas temperaturas del desierto. A partir de ahí no hemos parado de comer los deliciosos derivados de la leche.
La producción de lácteos es un trabajo mancomunado y desarrollado mediante cadenas de colaboración entre productores y procesadores. Se espera que ambos rubros coexistan de manera pacífica y beneficiosa. Sin embargo, en las presiones constantes por incrementos en los precios de la leche versus los costos de producción para ambos sectores se generan desacuerdos cada vez más agrios, poniendo en riesgo la oferta de los productos lácteos, lo que tiende a elevar sus precios en el mercado nacional hondureño.
Mientras las presiones a las plantas procesadoras derivan en paros, tomas de instalaciones, desacuerdos en la mesa de diálogo y hasta escaramuzas entre los productores que quieren seguir entregando su producto y los que se los impiden, los productos lácteos son las bajas resultantes de esta “guerra” económica, tal como reza el antiguo dicho europeo en nuestro encabezado.
Mientras, los productos sucedáneos, el contrabando imparable desde Nicaragua, los intermediarios y los especuladores hacen su agosto con los consumidores.
Creemos que buscar un punto de negociación intermedio que beneficie a ambas partes como bien dijo la ministra de la Secretaría de Agricultura y Ganadería y que no afecte a los consumidores puede lograrse, siempre y cuando no haya conflictos de interés entre las partes o entre el mediador y las partes. A lo mejor no se logran todas las metas económicas de una sola vez, pero como dicen “del lobo un pelo...” y con el tiempo se obtendrá bastante pelaje. Un pelo a la vez.
Es nuestra opinión que en este caso específico y para evitar una escalada del conflicto, el gobierno debe concentrar todo su apoyo a los productores de leche, a fin de disminuir sus costos operativos, mediante la transferencia de tecnología, subsidios a las materias primas, exoneración de impuestos de importación, apoyo técnico, revisión de los precios de los insumos médico-veterinarios, mejora en la recolección, certificación de granjas, etc.
A los productores de lácteos derivados de la leche, el gobierno debe apoyarlos en temas como el control definitivo del contrabando de productos lácteos de países vecinos, la regulación de la entrada al mercado nacional de sucedáneos que no cumplen con la normativa vigente, la vigilancia permanente para detener la adulteración de lácteos, el control de las “plantas de temporada” las cuales distorsionan los precios de compra de leche, el acaparamiento, etc.Invitamos a las partes a volver a la mesa, porque de continuar esta riña los lácteos serán las bajas que, sin lugar a duda, extrañaremos en nuestras mesas, las que ya están duramente golpeadas por una inflación ascendente.
Volvamos a la mesa, para que a los hondureños no nos falten estos sabrosos productos que son emblemáticos de nuestra identidad gastronómica nacional. Nosotros nos comprometemos a llevar tortillas calientes a la mesa para que, mientras comemos, terminemos las riñas.