El 77º período de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) está pronto a iniciarse, programado para comenzar el debate general del 20 al 26 de septiembre y teniendo como tema en este año es “Momento decisivo: soluciones transformadoras para desafíos complejos”, reflejando los desafíos globales graves a la pandemia de COVID-19, la guerra ruso-ucraniana, la crisis energética y alimentaria, el cambio climático y las amenazas a las cadenas de suministros que se encuentran en un momento crítico de la historia y el mundo debe trabajar en conjunto.
La Carta de la ONU, en su preámbulo expresa “Nosotros los pueblos”, es una clara declaración de la determinación de la organización para “reafirmar la fe en los derechos fundamentales del hombre, en la dignidad y el valor de la persona humana, en la igualdad de derechos de hombres y mujeres y de las naciones grandes y pequeñas”.
Este es un momento decisivo donde todos los miembros de la comunidad internacional deben permanecer juntos para fortalecer el compromiso colectivo de defender los principios fundamentales de la Carta de la ONU. Por tanto excluir a los 23 millones de ciudadanos de la República de China (Taiwán) supone una brecha en los valores fundacionales de la organización. Hacemos un sincero llamado a la ONU para que cumplan con su compromiso hacia la inclusión y los derechos humanos garantizando que los ciudadanos de Taiwán disfruten de los mismos derechos que las personas de otras naciones.
Es muy desalentador que se siga malinterpretando y aplicando incorrectamente la Resolución 2758 adoptada por la Asamblea General de la ONU en 1971. El hecho de usar dicha resolución como base jurídica para justificar la exclusión arbitraria de Taiwán socava los valores fundamentales y los objetivos de la organización.
La Resolución 2758 de la ONU solo determinó la cuestión de quién representa el Estado miembro de la ONU “China” y su texto no incluye la palabra Taiwán y tampoco pretende definir qué constituye China. Únicamente el gobierno electo democráticamente de Taiwán puede representar a su pueblo en la esfera internacional.
La comunidad Internacional se enfrenta a muchos retos, que solo se pueden abordar mediante la cooperación internacional, y Taiwán es un socio capaz, de confianza, y bien dispuesto, por eso mi gobierno insta a la ONU a adoptar las disposiciones necesarias para que Taiwán participe de forma significativa en las pertinentes agencias y mecanismos especializados de la ONU: la Organización Mundial de la Salud, la Organización de Aviación Civil Internacional y la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático entre otras.
Para compensar la falta de progreso en la implementación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), Taiwán ha trabajado con los países socios en una amplia gama de temas, entre los que se encuentran epidemias, océanos, financiamiento climático, igualdad de género e innovación social. Por tanto la ausencia de aportaciones y contribuciones valiosas de Taiwán al sistema de la ONU perjudica a la comunidad internacional y el bienestar de la humanidad.
En esta era de la pospandemia, aún quedan desafíos por delante. Debemos trabajar todos juntos para que nuestros sistemas económicos y sociales sean más igualitarios, inclusivos, sostenibles y resilientes. La inclusión de Taiwán es un paso crucial y necesario para una mejor recuperación conjunta y para cumplir puntualmente con la Agenda de Desarrollo Sostenible 2030 en su totalidad. Instamos a la ONU a que permitan la participación digna y significativa de Taiwán en la implementación de los ODS de la ONU.
En otro apartado la carta de la ONU manifiesta que los propósitos y principios de la ONU son los de mantener la paz y la estabilidad internacionales resolviendo los conflictos internacionales por medios pacíficos y tomando medidas efectivas y colectivas en respuesta a las amenazas a la paz. Mi gobierno está profundamente preocupado por las recientes actividades militares en las áreas alrededor de Taiwán que socavan el statu quo en el Estrecho de Taiwán, escalan las tensiones, impactan en el comercio y el transporte internacional, y ponen en riesgo la paz y la seguridad regional.
En este sentido, elogiamos la respuesta de Taiwán por seguir manteniendo la calma. Es imperativo que la ONU y sus estados miembros se abstengan de amenazar o usar la fuerza, y defender así el orden internacional basado en reglas de acuerdo con los propósitos y principios de la ONU.