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Tiempo de historias: la Vía Láctea

Hace muchísimo tiempo, al Mundo, que estaba recién hecho, solo le faltaban las estrellas de la bóveda celeste. La noche era muy oscura, y el cielo parecía un campo de cultivo recién arado en el que todavía no había caído ni una semilla de trigo.

Un día Dios se cubrió los hombros con un decorado de arriba y abajo de doradas estrellas que debían iluminar el cielo con su brillo. Pero el manto tenía un agujero, por él se escapaba una nube de brillantes y doradas semillas: eran la estela del paso de Dios. Todavía hoy, si miramos al cielo nocturno, podemos saber gracias a ella por dónde exactamente pasó Dios. Los hombres han llamado a este camino la Vía Láctea.

La Vía Láctea forma parte de nuestro sistema solar. Es una gigantesca agrupación de estrellas, planetas y nubes de gas con forma de espiral barrada y un diámetro medio de alrededor de 200,000 años luz.

En el corazón de la galaxia habita un agujero negro súper masivo conocido como Sagitario A, cuya masa equivale a cuatro millones de veces la del Sol.

La Vía Láctea, tan imponente y elegante, nos permite verla a simple vista en una noche despejada, como una luz blanca borrosa que se extiende alrededor de la esfera celeste.

El Sol, en su arduo trabajo de darnos luz y calor, le toma 225 millones de años terrestres completar una vuelta alrededor del centro galáctico. Por otro lado, el Sol es apenas una de los cientos de miles de millones de estrellas que conforman la Vía Láctea. Estas se encuentran, en su mayoría, dispersas de manera individual o por pares, pero existen también acumulaciones importantes de estrellas conocidas como cúmulos globulares, algunas de las cuales superan hasta en 50 veces el brillo del Sol.

A la Vía Láctea le quedan 4,000 millones de años de vida, pero nuestro Sol sobrevivirá. Se estima que la Vía Láctea y la galaxia de Andrómeda, su vecina más cercana en el Grupo Local, acabarán fusionándose en una masiva galaxia, la que tendrá como nombre Láctomeda.

Las galaxias, tal y como las conocemos hoy, no sobrevivirán. De hecho, nuestro sistema solar va a sobrevivir a nuestra galaxia. En este punto, el Sol no será aún una gigante roja, pero habrá crecido y será lo suficientemente brillante como para tostar la superficie de la Tierra. No quedará forma de vida alguna, aunque será una coreografía cósmica espectacular.

Actualmente, Andrómeda y la Vía Láctea están separadas unos 2.5 millones de años luz. Propulsadas por la gravedad, las dos galaxias se están precipitando la una hacia la otra a 402, 000 kilómetros por hora.

El nombre de la Vía Láctea proviene de la mitología grecorromana y en latín quiere decir “camino de leche”, ya que de acuerdo al mito se trata de la leche materna derramada del pecho de la diosa Hera (Juno, para los romanos), cuando amamantaba al héroe mítico Heracles (Hércules, para los romanos).

En la astronomía de la Grecia Antigua, ya se sospechaba que se trataba de un cúmulo de estrellas lejanas cuyo brillo conjunto las hacía visibles.

Ten presente que la Vía Láctea es visible sólo en cielos rurales, lejos de la contaminación lumínica. Siempre la vas a encontrar mirando hacia el sur, sureste o suroeste pero nunca hacia el norte.