La Asamblea Nacional Constituyente que redactó la Constitución de República vigente desde 1982 utilizó como base la estructura iniciada con la Carta Magna de 1957. Consecuentes con la accidentada historia republicana y su precariedad, sus integrantes mantuvieron varias de las acertadas innovaciones incluidas por los constituyentes de 1957, como la ampliación del reconocimiento de derechos y libertades de las declaraciones de derechos humanos de 1948 (entre ellos la igualdad política de las mujeres conquistada acá en 1955), el fortalecimiento del poder de la asamblea legislativa, así como la presencia de designados para diluir los riesgos de una vicepresidencia ambiciosa. A pesar de su entusiasmo, no pudieron cambiar otras: la acechante autonomía militar (consolidada en la Carta Magna de 1965 en medio de un contexto geopolítico regional complejo) y la evidente falta de independencia del Poder Judicial que nace de la elección de segundo grado en el seno de la cámara.
Entre los cambios que sí se animaron a hacer destacan la actualización del título y capitulado sobre declaraciones, derechos y garantías para ponerlo a tono con la normativa internacional aprobada y ratificada hasta entonces por el Estado hondureño, agregaron la mayoría calificada para la toma de algunas decisiones (como la elección de algunos cargos colegiados), fortalecieron (y defendieron oportunamente) la independencia de poderes y redujeron el período presidencial, de diputados y de magistrados de la Corte Suprema a cuatro años (4) como establecía la norma fundamental de 1924, nacida con posterioridad a la grave crisis política que nos condujo a la cruenta guerra civil de ese año. Como bien se sabe, fue en 1936 que se extendió a seis (6) años el mandato del titular del Ejecutivo y ese formato de sexenio prevaleció, entre tropiezos democráticos, mientras los militares lo permitieron. Los asambleístas constituyentes de 1981 tuvieron a bien recortarlo y nos legaron los cuatrienios que se mantuvieron constantes hasta la fecha, siendo el presidente Manuel Zelaya el único que no pudo concluir el suyo por razones de sobra conocidas.
Esta semana, concluyó el cuatrienio 2018-2022 y dio inicio el cuatrienio 2022-2026, con la novedad que por primera vez el solio presidencial será ocupado por una mujer. Iris Xiomara Castro Sarmiento hizo realidad el sueño de nuestras abuelas y de miles que como ella han luchado por el reconocimiento y cumplimiento efectivo de sus derechos políticos. En una ceremonia llena de evocaciones a esa gesta, la nueva dignataria concretó uno de los más importantes cambios contenidos en aquella Constitución de 1957: el pleno reconocimiento de la capacidad de elegir y ser electa, ese que ha permitido a todas las mujeres votar y ocupar cargos de elección popular desde aquella década, aunque nunca con la igualdad que aspiraban las precursoras del voto femenino.
Este cuatrienio es ya único por ese simple hecho y debe celebrarse. De los retos -también únicos- hablaremos otro día.
Entre los cambios que sí se animaron a hacer destacan la actualización del título y capitulado sobre declaraciones, derechos y garantías para ponerlo a tono con la normativa internacional aprobada y ratificada hasta entonces por el Estado hondureño, agregaron la mayoría calificada para la toma de algunas decisiones (como la elección de algunos cargos colegiados), fortalecieron (y defendieron oportunamente) la independencia de poderes y redujeron el período presidencial, de diputados y de magistrados de la Corte Suprema a cuatro años (4) como establecía la norma fundamental de 1924, nacida con posterioridad a la grave crisis política que nos condujo a la cruenta guerra civil de ese año. Como bien se sabe, fue en 1936 que se extendió a seis (6) años el mandato del titular del Ejecutivo y ese formato de sexenio prevaleció, entre tropiezos democráticos, mientras los militares lo permitieron. Los asambleístas constituyentes de 1981 tuvieron a bien recortarlo y nos legaron los cuatrienios que se mantuvieron constantes hasta la fecha, siendo el presidente Manuel Zelaya el único que no pudo concluir el suyo por razones de sobra conocidas.
Esta semana, concluyó el cuatrienio 2018-2022 y dio inicio el cuatrienio 2022-2026, con la novedad que por primera vez el solio presidencial será ocupado por una mujer. Iris Xiomara Castro Sarmiento hizo realidad el sueño de nuestras abuelas y de miles que como ella han luchado por el reconocimiento y cumplimiento efectivo de sus derechos políticos. En una ceremonia llena de evocaciones a esa gesta, la nueva dignataria concretó uno de los más importantes cambios contenidos en aquella Constitución de 1957: el pleno reconocimiento de la capacidad de elegir y ser electa, ese que ha permitido a todas las mujeres votar y ocupar cargos de elección popular desde aquella década, aunque nunca con la igualdad que aspiraban las precursoras del voto femenino.
Este cuatrienio es ya único por ese simple hecho y debe celebrarse. De los retos -también únicos- hablaremos otro día.