Hace algunos días en un programa de debate popular de una de las cadenas de televisión, me hicieron atenta invitación para que participara en un foro sobre las distintas medidas que ha adoptado el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega y que han sido objeto de fuerte recriminación por parte de alguna opinión pública, inmediatamente contesté que no podía hablar de ese tema, no lo hice porque no tenga algunas observaciones críticas para el gobernante de esa nación hermana, sino, porque me parece una ironía que mientras algunos medios corporativos de Honduras y de otros países le dediquen mucho espacio al tema Nicaragua; un asunto como el de Gaza y de todo el pueblo palestino aparezca como ignorado.
En esa parte del mundo árabe, el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, es responsable desde octubre de 2023 a la fecha de la muerte de más de 45 mil palestinos, entre ellos niños, mujeres y adultos.
El primer ministro de Israel, en su afán de terminar con ese pueblo le ha cerrado la libre entrada de alimentos, medicamentos y otros servicios básicos para su sobrevivencia. En estos días la Corte Penal Internacional (CPI), tribunal que depende de la Asamblea de los Estados Parte del Estatuto de Roma, emitió órdenes de Arresto contra Netanyahu, su exministro de Defensa y un comandante de Hamás. Los líderes de las grandes potencias de Europa y Estados Unidos han rechazado esa condena y, por el contrario, siguen apoyando a Israel y a sus autoridades en esta acción de genocidio, exceptuando a España, Noruega e Irlanda que se han pronunciado por la creación de un Estado palestino.
En estos días Joe Biden indultó a su hijo Hunter por considerarlo víctima de ataques políticos, mismo que fue hallado culpable de tres delitos relacionados con posesión de armas, al ocultar en la compra su adicción a las drogas. El presidente Biden había dicho en varias ocasiones que no utilizaría su prerrogativa del perdón presidencial para resolver problemas legales de su hijo.
Hunter, de haber afrontado la justicia, le hubiese correspondido una pena no menor de 17 años. Esta acción hubiese sido condenada enérgicamente de haber ocurrido en un país latinoamericano considerado desafecto de la política norteamericana. Claro, esto se podría dar donde hay un verdadero balance informativo.
Donald Trump, antes de ser elegido presidente de la nación más poderosa del mundo, tenía 34 demandas judiciales en curso, por diferentes delitos; aunque él se había declarado inocente, el jurado consideró probadas todas las
acusaciones.
Antes, refiriéndose al comportamiento del presidente electo con el asalto al Capitolio en EUA, el expresidente George W. Bush (2001- 2009) refirió: “Así es como los resultados de elecciones son disputadas en una república bananera”. Esto en alusión a lo que con frecuencia ocurre en algunos países de Centroamérica.
Y así es como los gobernantes de Estados Unidos dan lecciones a estos países del sur del Río Bravo.
“Hagan lo que yo digo y no lo que yo hago”, pareciera que dicen los norteamericanos a las naciones del mundo.