La constante alza del precio de los combustibles, los alimentos y demás productos, la eliminación del subsidio al gas LPG para cocinar, el creciente desempleo y la pérdida del valor adquisitivo de la moneda en general son algunas de las manifestaciones más visibles de que a la par del deterioro moral, político y social también se profundiza la crisis económica en Honduras.
Ya son dos ejemplos de pésima administración y malas experiencias con las privatizaciones, que al final redundan en perjuicio de los hondureños y de la economía nacional, los hechos de que Hondutel haya tenido un millonario desfase el año pasado y, para colmo se haya elevado en más de 100 millones los gastos en salarios y que las plantas térmicas se hayan llevado el 82% del total de los ingresos de la ENEE, aunque generaron menos del 58% de la energía consumida.
Y es que, además de que Hondutel y la ENEE fueron privadas de lo más rentable de sus respectivos rubros: la telefonía celular y la generación de energía, también son víctimas de la corrupción y la politiquería que se traducen en contratos leoninos y fuente de empleo para activistas políticos de viejo y nuevo cuño.
No hay duda de que la corrupción y la mala administración pública son elementos claves en el creciente deterioro de la economía del hondureño. Pero lo peor es el desempleo, que afecta a quienes han perdido su fuente de ingresos y a aquellos que recién ingresan al mercado laboral y no encuentran oportunidad alguna.
Todo esto se agudiza con las alzas en los precios de los combustibles -por su poder estimulante para la inflación en general- y con el de los productos de la canasta básica, lo que deteriora directamente la ya pobre calidad de vida del hondureño.
La eliminación del subsidio al gas LPG para los pobladores de Tegucigalpa y San Pedro Sula, irónicamente en el gobierno del “humanismo cristiano”, representa un golpe directo a la economía familiar y también un estímulo al uso de energía eléctrica para cocinar, lo que al final redundará en beneficio de las compañías térmicas que la producen utilizando también los cada vez más caros derivados del petróleo.
Con tantos problemas, urgencias y tragedias que se nos vienen encima el punto de atención pasa de la necesidad de depurar a la Policía Nacional, al caos en los centros penitenciarios, a la vulnerabilidad de los mercados de Comayagüela, etc.; aunque tampoco hay que olvidarse de la crisis económica que golpea al erario, pero también a todos los hondureños.