Más allá de las quejas y denuncias sobre los trucos que pudiese haber usado Hugo Chávez para ser reelegido, hay que recordar que fue su sagacidad y malicia de acomodar la constitución y manipular las leyes lo que le permite atornillarse al poder.
A partir de ahí empleó infinidad de maniobras. Su supuesta enfermedad, por ejemplo, lo colocó al borde de la compasión; compró votos entre personas necesitadas, hambrientas por la pobreza que él mismo ha provocado; y lo más cruel fue que fanfarroneó con una guerra civil que, seguramente, asustó a muchos.
Venezuela es un país dividido y polarizado, donde ocurre un choque entre dos grupos sociales: los de abajo contra los de arriba. En otros tiempos fue lo contrario. No me refiero a pobres y ricos, sino a cargas humanas que se aplastan entre sí por resentimiento o codicia.
A pesar de eso, valerosos ciudadanos hicieron hasta lo imposible por cambiar el destino. Más de 15 millones, equivalente al 80 por ciento del padrón electoral, fueron a las urnas y por lo menos la mitad eran opositores.
Sin embargo, Chávez fue reelegido y completará 20 años en el poder. “Algo bien tiene que estar haciendo porque casi 7 millones quinientas mil personas no pueden estar equivocadas”, me dijo un chavista en Miami, porque aquí también los hay. De lo que sí pueden estar seguros es que la “democracia” funcionó como él la escribió en su libreto.
Los venezolanos que votaron por él no saben lo que se les viene encima. Quienes gobiernan, incluyendo a ciertos sectores de las fuerzas militares, son alimañas que devoran todo a su paso y están dejando al país en la ruina, convertido en el único bastión de un comunismo arcaico.
Sin dejar que la oposición se levante del golpe, el chavismo amenazó que la revolución socialista se radicalizará; entonces, debemos preocuparnos porque habrá más persecución a la prensa y expropiaciones con el sofisma de que es la riqueza recuperada para el pueblo, pero es mentira, porque quienes viven con lujos y derroche son los que están en el poder.
Los venezolanos no podrán saber qué pasó con los lingotes de oro, propiedad de los ciudadanos, que Chávez hizo trasladar a su país desde bancos extranjeros. Hace un año, Venezuela estaba en el puesto 15 de las reservas mundiales de oro con 365 toneladas, que equivalen al 60.8% de sus depósitos en divisas, de acuerdo al Consejo Mundial del Oro.
Si llegase a morir el líder, témanle más a los chavistas que no solo seguirán malversando los fondos del Estado, sino que acomodarán los ideales de la revolución bolivariana, para el bienestar de su ambición.
Las veces que estuve en Venezuela, en los años ochenta y noventa, no había tanta criminalidad. Era un país sin pobreza evidente, pujante, lleno de gente trabajadora y con mínima delincuencia. Pero hoy Caracas es una de las ciudades más peligrosas de Latinoamérica. Muchos de los bandidos salen de las milicias bolivarianas que armó el gobierno para defender su causa.
Solo resta confiar en que los ciudadanos que creen en la revolución socialista de Venezuela despierten rápido de su letargo y que no se repita la larga historia de miedo que embarga a millones de cubanos.
Twitter: @RaulBenoit