Miles de hondureños y hondureñas han iniciado el éxodo a diversos sitios turísticos nacionales en el marco de las vacaciones de Semana Santa, y los videos y fotografías de lo que está sucediendo en los centros de recreo causan mucha preocupación, principalmente al personal sanitario que intensifica su llamado a veranear con responsabilidad.
El angustioso llamado tiene su origen en la creciente ola de infectados y muertes que está causando el virus entre la población.
Los triajes y las salas de cuidados intensivos están abarrotados de pacientes y se teme que en dos semanas más la situación empeore.
A nivel internacional, los gobiernos están tomando medidas extremas para frenar al virus y advierten de la peligrosidad de las nuevas cepas, entre ellas la brasileña, por su alto nivel de contagio.
El anuncio de que esa cepa ha sido detectada en Panamá hace crecer las preocupaciones de que la misma esté por llegar a Honduras, lo que sin duda agravaría la situación, más ante la falta de acciones por parte de las autoridades de Salud, que ni siquiera han informado a la población cómo se desarrolla el plan de adquisición de vacunas Sputnik V que dijeron comprarían a la farmacéutica rusa, ni sobre la llegada de un segundo lote del mecanismo Covax que, de más está decir, ya llegó al vecino El Salvador, donde, además, sus autoridades han anunciado la llegada de un millón de dosis desde China.
En medio del panorama desolador, la población está llamada a cumplir con su parte, lo que implica la observación, al pie de la letra, de las medidas de bioseguridad y con ello minimizar las posibilidades de contagio.
El reto es grande. Hay que evitar los excesos en esta semana y hacer todo lo que sea posible para preservar la vida.
No olvide nunca que el covid-19 no es una gripe cualquiera. El covid-19 mata.