En las vísperas de las celebraciones de las fiestas de Navidad y Año Nuevo, las autoridades de la Fundación Hondureña para el Niño Quemado (Fundaniquem) han compartido estadísticas que ponen en evidencia, una vez más, el impacto del mal uso de la pólvora, principalmente por niños en el país.
En 2024, informaron, 12 niños resultaron con quemaduras en sus cuerpos por esta causa, y algunos de ellos sufrieron amputaciones en dedos, manos y lesiones en sus genitales.
Los efectos en la salud física y psicológica de las víctimas y sus familias son devastadores, por las consecuencias a las que tienen que enfrentarse en el transcurso de su vida, pues las cicatrices que dejan estas lesiones son
permanentes.
En las cercanías de diciembre, mes en el que generalmente se eleva el número de estos casos por las fiestas, es imperativo que los padres y madres de familia, los adultos encargados de la vida y la seguridad de los más pequeños de la casa, redoblen las medidas de seguridad en relación al uso de estos artefactos.
Las autoridades competentes, por su parte, deben hacer cumplir la legislación y las regulaciones en cuanto a la producción, elaboración y comercialización de los artefactos explosivos, así como las ordenanzas municipales que prohíben la comercialización.
La responsabilidad de unos y otros es el mejor antídoto para asegurar la vida y la seguridad de los niños, e incluso, de los adultos que hacen un manejo irresponsable de la pólvora.
Preservar la vida debe ser primordial, pero también el asegurar que los niños, las niñas y los adolescentes tengan una vida sin los complejos que causan las marcas que dejan en sus cuerpos, una vez que son víctimas del mal uso de los artefactos explosivos que se comercializan para las fiestas navideñas y de fin de año.