Estamos viviendo los últimos días del año 2024 y las perspectivas para el corto y mediano plazo están lejos de ser alentadoras, principalmente en el campo económico, donde el desempleo y la pobreza siguen siendo dos pesadas cargas para millones de hondureños y hondureñas que día con día luchan por llevar los alimentos a la mesa familiar.
El 2024 no fue el mejor año para la generación de empleo en el país, y si bien este es un problema que se arrastra desde hace muchos años, en el momento actual sigue siendo una de las tareas pendientes de quienes gobiernan.
Y las cifras así lo demuestran. Solo en 2024, nueve maquilas notificaron el cierre de operaciones, siete de las cuales ya cerraron y dos más que lo harán en 2025, lo que dejará a unas 12,000 personas sin empleo.
Dirigentes obreros señalan que además del cierre de operaciones de estas empresas, muchas más están reduciendo sus planteles, lo que aumenta el índice de desempleo en ese sector.
Como consecuencia del desempleo, uno de los principales impulsores de la pobreza, miles de compatriotas se han visto orillados a optar por abandonar el país para ir en busca de la anhelada fuente de ingresos, sin importar los riesgos que conlleva el peligroso camino hasta la frontera sur de los Estados Unidos.
La necesidad de políticas encaminadas a generar inversiones generadoras de empleo apremia, así como el diálogo entre las fuerzas generadoras de puestos de trabajo dignos.
Pese a las diferencias políticas e ideológicas que han marcado la agenda a lo largo del año, y a las puertas de un año político, es urgente dar pasos en firme para atender la agenda pendiente para impulsar políticas que generen el crecimiento económico necesario para comenzar a reducir, de verdad, los índices de pobreza.
