La ministra de Salud, Carla Paredes, sorprendió ayer al anunciar la suspensión de la emergencia por dengue en Honduras, basado en la reducción del número de casos reportados por los hospitales y centros del salud del sistema.
La funcionaria dijo que el país cerró su epidemia por dengue con más de 200,000 casos y 200 fallecimientos, por encima de los 132,000 casos de dengue y 180 muertes registradas en 2019. La funcionaria resaltó que Honduras es el primer país de la región centroamericana en declarar la suspensión de la epidemia.
Casi al mismo tiempo que la funcionaria anunciaba el suspensión de la emergencia, desde el Hospital Escuela se reportaba la muerte de dos personas más, un niño de dos años y un joven de 20. Por igual, se informaba que el entrenador y varios jugadores del equipo Motagua estaban afectados por la enfermedad.
No fueron pocos los que calificaron la decisión de “inoportuna”, dado que siguen activas las condiciones de lluvia, humedad y altas temperaturas que generan el aumento de los mosquitos transmisores de enfermedades como el dengue, y porque el tan solo anuncio desde la más alta autoridad sanitaria del país puede dejar un mal mensaje entre la población, que generalmente se resiste a atender las recomendaciones.
Si bien las autoridades sanitarias han dicho que cuentan con el adecuado abastecimiento de insumos, equipos y medicamentos necesarios para el tratamiento del dengue en los centros asistenciales del país, es necesario que mantengan arriba las alertas y los llamados a la población para que no bajen la guardia y eviten el contagio a toda costa.
Y a la población no olvidar y observar en todo momento las recomendaciones de destrucción de los criaderos de zancudos. Ese sencillo hábito puede representar la diferencia entre la vida y la muerte.