Ha fallecido a los 86 años en esta capital el padre Antonio Quetglas, quien deja un legado social y evangelizador inestimable en la que fue su segunda patria, Honduras.
Precisamente el próximo 27 de julio se cumplirían 54 años de su llegada a este país procedente de España, para dedicarle su vida entera no solo con la abnegación, sensibilidad y vocación de un sacerdote, sino como un hijo excepcional, piadoso y consciente de las grandes necesidades que hay en este terruño.
Tal vez se puedan enumerar las obras materiales de quien era al morir vicario de la iglesia Medalla Milagrosa, pero es imposible dimensionar el impacto que ha tenido y seguirá teniendo en la vida de los más necesitados, aquellos que ven un rayo de luz y esperanza en medio de la oscuridad gracias al legado del padre Quetglas.
Llevó sus servicios a La Ceiba, Tela, Puerto Cortés, San Pedro Sula y Tegucigalpa, donde su labor social y espiritual dejó imperecedera huella.
Su proyección social hacia los niños, jóvenes y adultos fue enorme, con comedores infantiles, jardín de niños, guarderías en colonias marginales, escuelas artesanales, de arte y oficios, clínicas médicas y dentales, comedores públicos para mendigos, centros de rehabilitación para enfermos alcohólicos, centros comunales, hospicio para enfermos crónicos, apoyo a pacientes con VIH-sida y módulos de ancianos, así como viviendas dignas para personas sin techo.
Fue suya la idea de la Misa de la Libra, gracias a él se creó en 1995 la Fundación Obras Sociales y Vicentinas (Osovi), fue director de la Casa del Niño y de la Niña, hizo realidad la Casa del Joven e impulsó el programa la Casa de las Madres Solteras, proyecto que debió cesar por falta de apoyo.
En su honor se instituyó en 2014 el Premio Quetglas para reconocer a quienes luchan por generar cambios a favor de las personas menos favorecidas.
Hoy ya no está con nosotros, al menos físicamente, un sacerdote y ser humano extraordinario, cuyo amor al prójimo debe servir de inspiración a todos para trabajar por el bien común. Por todo esa entrega al servicio de este país, gracias, padre Quetglas.