Los estadounidenses acudirán este martes a elecciones para escoger al sucesor de Joe Biden, en la que se considera una de las competencias más reñidas entre quienes aspiran a ocupar el cargo: la actual vicepresidenta Kamala Harris por el Partido Demócrata, y el expresidente Donald Trump, del Partido Republicano.
Cierra así una de las campañas políticas más agresivas en la historia de esa nación, con temas como el de la migración, la economía y la seguridad ciudadana en la agenda de ambos contendientes.
Es un proceso que no está lejano a los hondureños pues en esa nación residen más de dos millones de connacionales que arribaron huyendo de la pobreza, la violencia y la inseguridad que por décadas azota a Honduras y que con sus remesas sostienen no solo la economía de sus familias, sino del país, y por ser, además, nuestro principal socio comercial y uno de los principales aliados en luchas como la inseguridad y el narcotráfico.
Sin duda que cualesquiera que sean los resultados de esa elección, tendrá repercusiones en varios aspectos de la vida no solo de Honduras, sino de toda una región centroamericana íntimamente ligada a la administración y al pueblo estadounidense, al desacierto de muchas de sus políticas, a sus programas de cooperación y desarrollo para con una región pobre y violenta que a diario expulsa a miles de sus connacionales, quienes en su mayoría tienen como salida viable ir en busca del mal llamado sueño americano.
Y mientras los medios de comunicación y las encuestadoras seguían hablando de un empate técnico, desde este lado del mundo no queda más que esperar que el ganador de la contienda, una vez en la Casa Blanca, vuelva sus ojos a ella y en un nuevo plano, la convoque a estructurar políticas que coadyuven a su desarrollo.