El sistema sanitario está constantemente siendo afectado por la paralización de labores de sus empleados en demanda, en la mayoría de los casos, del pago puntual de sus salarios.
Aunque este es un problema que se extiende a otras secretarías del Estado, el impacto de las constantes protestas es más evidente, y causa más impacto, cuando los protagonistas son los trabajadores de la salud, ya que sus acciones golpean directamente a miles de personas que a diario acuden a los hospitales públicos y los centros de salud en busca de asistencia médica.
La semana pasada los protagonistas de estas protestas fueron los trabajadores del Hospital Escuela de Tegucigalpa, y de los hospitales regionales de Roatán, Islas de la Bahía, y Puerto Lempira, Gracias a Dios. Ellos reclamaban el pago de hasta seis meses de salario atrasados, sin causa evidente.
La verdad es que los atrasos en los pagos solo son el reflejo de la creciente burocracia estatal, tanto en la Secretaría de Salud como la de Finanzas, que al final impactan en la calidad de la atención y la eficiencia del sistema de salud.
Y no es que se les pida que hagan las cosas a la carrera sin observar los pasos requeridos por la administración del Estado para erogar el pago a cada uno de sus miles de trabajadores, pero sí recomendarles que se encuentren mecanismos que agilicen estos procesos, haciendo uso de los avances tecnológicos que hay en el mercado.
Pagar a tiempo el salario de cada uno de sus empleados debería ser una meta de los administradores de las finanzas estatales, quienes deben ponerse en los zapatos de los que demandan un salario, el que por pequeño que sea, es casi siempre el único ingreso conque cuentan muchas familias para atender las necesidades básicas en sus hogares.
Además, es una forma de garantizar que los servicios públicos indispensables, como el de la salud, no se verán golpeados por este tipo de protestas.