El Canal Seco, concebido como parte del corredor logístico del Plan Puebla Panamá, es la obra más grande en infraestructura vial que se ha construido en el país en los últimos 22 años. Son 330 kilómetros de carretera a cuatro carriles que conectan Puerto Cortés con El Amatillo, frontera con El Salvador. En la construcción de la parte más dura -comprendida entre la Villa de San Antonio, Comayagua, y El Amatillo- trabajaron una empresa mexicana, una brasileña y dos hondureñas.
En 2012 el gobierno entregó el concesionamiento de esta obra a la Concesionaria Vial de Honduras (Covi), la que se comprometió a realizar a cuatro carriles la etapa entre la Cuesta de la Virgen hasta el denominado sector de La Barca, así como a darle mantenimiento.Este consorcio cumplió cabalmente desde la Cuesta de la Virgen hasta Taulabé, y de ahí hacia la costa norte aún hay varios tramos inconclusos.
En el acuerdo firmado, Covi también se responsabilizó de mantener en buenas condiciones el tramo de cien kilómetros entre la Villa de San Antonio y El Amatillo, sin embargo, la actual administración estatal no le ha traspasado la obligación contraída.
Dejar que este trayecto carretero se deteriore únicamente porque no se puede cumplir la promesa de campaña de eliminar los peajes resultaría contraproducente para los intereses del país. Hasta en las naciones más desarrolladas se cobra peaje en algunas carreteras; que esto suceda en Honduras -donde el Estado históricamente ha sido incapaz de darle mantenimiento a las vías públicas- es una forma de mantener en óptimas condiciones parte de la red vial.
Si existen puntos divergentes en el contrato, entones gobierno y concesionaria deben sentarse a buscar una salida, pero no dejar que una obra que le cuesta mucho dinero al pueblo hondureño vaya camino al deterioro.