Editorial

En medio del alboroto que genera en la población las fiestas de Navidad y Año Nuevo, las autoridades del Servicio Autónomo Nacional de Acueductos y Alcantarillados (SANAA) han incrementado los racionamientos del vital líquido a la ciudadanía. En muchos lugares donde el servicio se prestaba dos o tres veces por semana, ha pasado a una vez cada ocho días. Las horas de suministro también se han reducido. En este panorama no debemos olvidar que el 35% de las familias capitalinas no tienen acceso al agua potable en condiciones normales, es decir con las represas a su máxima capacidad, y mucho menos para estas épocas de escasez, y que entre ellos, los más afectados son los residentes en los barrios marginales que no disponen de sistema de agua por tuberías ni tampoco cuentan con sistemas alternos de almacenamiento por lo que tienen que comprar el líquido a precios exorbitantes (hasta L 100 por metro cúbico, según cifras de organismos internacionales). Es por esta razón que las autoridades municipales deben priorizar sobre las necesidades de la población. Y no es que se esté en contra de la construcción de las monumentales obras de infraestructura vial que sin duda han dado un nuevo rostro a la ciudad, pero ya deben tomarse las previsiones del caso para atender la demanda de agua de la ciudad. Es importante que las autoridades municipales han abierto las licitaciones para la construcción de un nuevo embalse en los cauces de los ríos San José y Jacaleapa con una capacidad de entre 10 y 12 millones de metros cúbicos de agua, una cantidad similar a la que posee actualmente la represa Los Laureles, con lo que se estaría abasteciendo unas 30 colonias capitalinas. Esta sería la primera obra de este tipo que se construye en la ciudad en 30 años. Esperamos que el proceso concluya satisfactoriamente y que en los tiempos programados se elija a la compañía que presente las mejores ofertas para construir la obra en los tiempos previstos. Tegucigalpa y Comayagüela urgen de este tipo de obras.