Editorial

Habiendo despedido a los doce meses precedentes, damos la bienvenida al inicio de la tercera década de este siglo.

Hemos evaluado los acontecimientos y tendencias más importantes en el 2019 a nivel nacional y mundial, marcados por tensiones y conflictos.

A partir de hoy podemos y debemos hacer frente a una nueva página, con sus retos y posibilidades, revisando lo hasta ahora actuado y rectificando cuando sea necesario, a efecto de iniciar el nuevo registro cronológico con optimismo, determinación y flexibilidad, tanto en lo personal como en lo colectivo, con voluntad de cambio innovador.

Debemos ser positivos, sin por ello caer en el triunfalismo, realistas pero no derrotistas. Desde hoy debemos planificar los proyectos que hemos formulado, revisando los recursos humanos y materiales con que contamos para convertirlos en realidades, al igual que las estrategias empleadas para ello.

Si no hemos logrado concretar a plenitud las metas hasta ahora trazadas no claudiquemos dando paso al desaliento.

Acumulemos nuevas fuerzas y energías, repasando los errores que pudimos haber cometido para no repetirlos.

La capacidad regenerativa es parte esencial de la condición humana al igual que la adaptación a circunstancias inéditas.

El divisionismo, la polarización, los enfrentamientos que desafortunadamente han marcado el año recién concluido, contaminado por la violencia, corrupción e impunidad, deben dar paso a la convivencia pacífica, a la paz, honestidad, rendimiento de cuentas, transparencia e inclusión social, esenciales para impulsar y consolidar la frágil democracia y la armonía entre nuestros compatriotas, más allá de diferencias políticas e ideológicas.

Nuestro propósito debe ser entonces el de trabajar cada uno de nosotros, desde nuestros espacios, en la consecución de estos propósitos.