El desalojo de los estudiantes que mantenían tomadas las instalaciones de la UNAH en la capital, San Pedro Sula y otras ciudades del país ha dividido a la opinión pública entre quienes están a favor de tales acciones y los que están en contra. Al menos 19 estudiantes fueron detenidos por el contingente policial que ingresó el viernes a la Ciudad Universitaria en Tegucigalpa y están acusados por el Ministerio Público de sedición, daños y usurpación.
El uso de la fuerza para retirar a los jóvenes y la supuesta ruptura de la autonomía universitaria han sido repudiados por un sector que cuestiona la capacidad de diálogo de las autoridades del alma máter. Llama la atención que algunos de los que han criticado el desalojo de los estudiantes son simpatizantes de gobiernos como el de Cuba y Venezuela, donde este tipo de protestas son violentamente reprimidas por las fuerzas de seguridad. Nadie dijo nada cuando las marchas contra el gobierno de Nicolás Maduro en 2014 dejaron 43 muertos, cientos de heridos y decenas de detenidos, entre ellos estudiantes.
Por otro lado, están quienes respaldan las acciones para recuperar las aulas tomadas y aplauden el anuncio de las autoridades de evaluar el posible rescate del tercer período académico, según el caso particular de cada carrera.
Es innegable que la máxima casa de estudios tiene aún muchas deficiencias en infraestructura y que muchos de sus docentes no tienen la formación, el conocimiento ni la experiencia para enseñar a este nivel, por mencionar algunos ejemplos.
También, que les faltó a las autoridades universitarias mayor disposición para el diálogo y que los estudiantes, por su lado, adoptaron una actitud intransigente, con un lenguaje confuso que deja aún preguntas sobre los verdaderos motivos de las tomas que amenazan con retomar. Aunque hasta ahora la acción de los universitarios solo ha causado perjuicio y pérdida de tiempo. Esperamos que en adelante sea el diálogo la vía para resolver las demandas, concisas y puntuales, de los estudiantes. Que las autoridades aprendan de sus errores y manejen con mayor acierto un conflicto que, con la voluntad de ambas partes, bien pudo evitarse.