Opinión

El desarrollo social en América Latina

El desarrollo social es la piedra angular que toda nación aspira a alcanzar para vivir en prosperidad y con paz social; es el detonante para lograr países más justos, que aseguren un marco digno e igualitario de oportunidades para todas las personas.

América Latina es una región que en los últimos años se ha caracterizado por mantener el orden social, lo cual le ha permitido tener una dinámica de crecimiento económico y atracción de inversión que lo ubican, gracias a efectivas políticas públicas, entre los principales polos de atracción a nivel mundial.

El desarrollo social en América Latina es una tarea inconclusa, ya que un tercio de su población (alrededor de 190 millones de personas) vive por debajo de la línea de la pobreza.

Así, de acuerdo con el Banco Mundial, en promedio un 17% de la población de la región vive con menos de $2 dólares al día (100 millones de latinoamericanos). La situación se agrava si tomamos el dato proporcionalmente, de manera que en países como Honduras, Colombia, Guatemala y Nicaragua el 40% de la población vive con menos de $3 dólares por jornada.

Nuestra región es una de las más ricas del mundo, pues la mayoría de países crecen a tasas superiores al 3%, en un momento en el que los europeos forzadamente llegan al 1%; sin embargo, el problema no está en el ingreso, sino en la manera en la que se distribuye.

La justicia distributiva es uno de los grandes pendientes que tiene nuestra región; diez de los países más inequitativos del mundo está en América Latina; alrededor del 20% de la población más rica de la región concentra el 60% del ingreso de la misma, mientras que el 20% más pobre apenas recibe el 3% de los ingresos.

La pobreza y el hambre son dos males estructurales que desconocen las fronteras políticas e institucionales; que están presentes en gran parte de las localidades, municipios o departamentos y prácticamente en todos los países de nuestra región.

Sabemos que hoy en día los recursos para una política de desarrollo social integral están limitados por los presupuestos que no pueden atender a todas la población y que tienden a centrarse en los más vulnerables, es por ello que los ciudadanos debemos sumarnos para complementar las acciones de los gobiernos para combatir los rezagos sociales.

Con la apertura de conciencia en los latinoamericanos, nuestra región podrá comenzar una nueva etapa en materia de política social, en una fase donde los actores públicos decidan movilizar sus acciones, al ritmo de una sinergia que se traduzca en grandes reformas y cambios que construyan con determinación la Iberoamérica que todos queremos.
En México y Brasil, por ejemplo, se ha decidido hacer frente a problemas particulares como la pobreza y el hambre con un instrumento de coordinación, colaboración y vinculación de la política social que, precisamente, tiene como objetivo generar bienestar para la población que más lo necesita desde un solo mecanismo denominado: La cruzada Sin Hambre o la estrategia Cero Hambre.

Debemos aprovechar el fenómeno de la globalización, que más allá de beneficiarnos hoy en día por la inmensa cantidad de información, contenidos y por la posibilidad de contar con macrovías de comunicación, nos mantiene en la era de la distracción, perdiendo posibilidades para hacer de estas vías el camino adecuado para intercambiar información de utilidad, en favor de quienes más lo necesitan.

América Latina requiere de una globalización equitativa, que sea resultado de una efectiva promoción de la protección social, del diálogo con los ciudadanos, del acceso a oportunidades laborales. Es necesario que materialicemos una verdadera justicia social, que derive del involucramiento de la comunidad en las funciones más sociales del Estado, porque es un elemento fundamental para una convivencia pacífica y próspera,

Los ciudadanos de hoy queremos resultados; queremos congruencia en el actuar gubernamental, porque al participar con el gobierno; al sumarnos para hacer equipo, buscamos construir naciones inclusivas, equitativas y sostenibles, que en forma de progreso y con justicia social materialicen el enorme potencial que tienen las y los latinoamericanos.