Los politiqueros irrespetuosos y ofensivos son una triste realidad de los pueblos cobardes. La voz tardía sin eco de los pensantes no logra que el ignorancia calle.
Urgen acciones concretas para educar como único medio de combatir la ignorancia que margina y oprime. Nuestro desinterés nacional es tal que olvidamos la historia para perpetuar los mismos yerros incorregibles. Sin quejarnos.
La política es esencia inseparable de la inteligencia que brinda sentido común y creatividad. Sin ella se desatan reacciones por ausencia de acciones políticas, reales y justas. Todas urgentes.
No es tanto la actitud del pueblo la que perturba, es la ineptitud de los bárbaros que nos han desgobernado. Por no exigir conocimiento, capacidad ni ejecutividad cargamos la cruz de la incultura, la soberbia y la incorregible corrupción. Tengo la esperanza, maltratada pero no perdida, que todo cambiará. El hombre que no intenta modificar la historia no tiene derecho a usurparla. Es el reto de JOH.
Una muestra de incultura pura, política y general, la dan en el Congreso Nacional los diputados del partido Libre. Sus manifestaciones vandálicas durante las sesiones de ese poder del Estado son repetidas con mayor vulgaridad y cinismo.
Ese ha sido el comportamiento de esos putativos padres y madres de la patria para no perder lo aprendido en las calles que no olvidan los destrozos de su incivilidad.
Estos “legisladores”, la mayoría sin preparación y pocos con profesión, pero todos arreados, pretenden ser escuchados mediante el bochinche sin tener argumentos parlamentarios que puedan hacer valer ya que su incultura política y general no les permite el recurso del diálogo para convencer. Caras vemos cerebros no conocemos.
La suma de incapacidades resta posibilidades, divide probabilidades y multiplica necesidades. Los no inteligentes e incultos al reservar para sí incapacidad, indecisión, mediocridad y desatino, no pueden más que mentir, difamar y ofender. La utopía política se da cuando los dizques dirigentes de esas maras partidarias hablan de solidaridad y participación, los mediocres de inteligencia, los anacrónicos de modernidad, los deshonestos de honestidad y los corruptos de honradez.
Olvidan que las estupideces se piensan, no se dicen ni se escriben.
En este infierno chico todos nos conocemos y no es con pancartas insultantes, aventando objetos, quebrando bienes y pitando silbatos como se legisla. Si estuviéramos en una dictadura, como ellos tildan al gobierno que les ganó con inteligencia y decisiones irrefutables, ellos no estarían donde están ni serían lo que lastimosamente son.
Trascender es tenacidad y prudencia para dejar constancia que se está, es rasgarse la piel con las circunstancias y con coraje doblegar toda frustración sin rendirse ante la adversidad. Intrascendentes.
Los incultos curtidos de aberraciones, que siendo conocidos corruptos hablan de honestidad, que dejaron huella de inmoralidad cuando fueron lo que nunca debieron haber sido, no pueden tener futuro político.
De mal presidente a peor diputado toca pintos. Nada pueden ofrecer él y sus huestes, si dieron el ancho de su angostura poniendo a Honduras en decadente postura. ¡Con que seso, Dios mío!
Legislar no es relinchar. No más pencos. Debe frenarse y sancionar esa incultura política y general.