Una siempre valiente rectora de la UNAH intervino en un Congreso Nacional dominado por una mayoría oficialista y poco comprometida con la educación superior pública.
El mensaje fue claro y llevaba los nombres y apellidos de los destinatarios. “Les dio para los chicles”, fue la frase que le escuché a un taxista y que resume, de forma coloquial, la efectividad de las palabras de Julieta Castellanos, orientadas a desenmascarar el descaro de quienes se hacen llamar “padres de la patria”, empleados universitarios y enemigos declarados de la institución a la que pertenecen.
Para nadie que haya leído los periódicos en los últimos años es extraño que siempre ha habido personas interesadas en destruir la educación superior pública.
Con intereses mezquinos, están sumamente interesados en que el Estado pierda el control de la misma para abrir corporaciones educativas cuyo fin primordial sea su lucro. Como en Costa Rica, quieren abrir universidades sin las más mínimas condiciones infraestructurales y académicas o, como en Chile, sueñan con adueñarse del monopolio de la educación superior, provocando que cualquiera que quiera estudiar se endeude para pagar una carrera.
La UNAH representa muy bien el concepto de universalidad: a ella asisten ricos y pobres, enseñan los peores y mejores docentes, está el más alto nivel investigativo junto con la más baja atención y asesoría académica a los estudiantes. No se puede negar que es el mejor centro educativo universitario del país, que forma a la masa laboral e intelectual del país en su mayoría, y que ha contribuido históricamente con la formación del Estado hondureño y sus instituciones.
El Estado no puede dañarse a sí mismo. No se puede permitir que esas personas se beneficien del Estado al que quieren hundir. La UNAH representa al Estado en la administración de la educación superior y en ese sentido es fundamental que cuente con el respaldo de todos los poderes del mismo para asegurar que esa función le sea exclusiva.
Los problemas internos de la Universidad deben solventarse democráticamente, tomando en cuenta a todos los sectores de la misma: ya se ha dicho hasta la saciedad que los frentes son nefastos y ya no representan al estudiantado dado que llevan una agenda política externa dentro de la institución.
Las autoridades por su parte no deben ignorar la representación estudiantil como elemento fundamental para la toma de decisiones. Se aplauden los proyectos realizados por la Junta de Dirección Universitaria y la Rectoría, pero no se puede administrar una institución cuya mayoría la conforma el estudiantado sin su consentimiento.
Los reformadores liberales fallaron en construir los cimientos de un Estado fuerte, Carías lo intentó pero tras las dictaduras generalmente se derrumban sus legados. La UNAH está pasando por uno de sus mejores momentos y la pragmática administración actual ha actuado en beneficio de la institución con una visión futurista que tiene muchos consejos que darle al gobierno.
Ya es tiempo de fortalecer al Estado, no sigan actuando de forma tan estúpida. El neoliberalismo no ha funcionado en otras áreas, no hay nada que indique que puede traer beneficios al aplicarlo a la educación superior. El que tenga ojos para leer, que lea.