Pues ya se ve que aquel dicho popular que dice que los números no engañan, no es cierto. Las estadísticas, cuando afectan los intereses de las personas o grupos, siempre tienen defensores y opositores. Las mismas con frecuencia comportan valores éticos y políticos cuando se trata de reflejar una realidad.
Lo anterior se confirma cuando el ministro de Seguridad, ingeniero Arturo Corrales Álvarez, en declaraciones públicas ha hecho aseveraciones que descalifican el trabajo que viene haciendo el Observatorio de la Violencia, bajo la responsabilidad de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH). Según esas declaraciones, los datos que da el Observatorio sobre homicidios no son exactos porque se salen de ciertos parámetros no reconocidos por la unidad especializada que para el ministro Corrales es la Dirección de Medicina Forense.
Según el ministro Corrales, al hacerse investigaciones sobre homicidios donde no hay ni cuerpo, denuncias y autopsias, los resultados no responden a la realidad.
Bajo esta lógica, por analogía, podríamos entender que los registros de nacimientos en el país, si el parto no se da en un hospital público o privado no podrían reconocerse y registrarse, olvidando que miles de nacimientos son atendidos por comadronas o parteras, una práctica cotidiana todavía en las zonas rurales.
En Honduras, históricamente hay un subregistro de hechos demográficos; incluso, algunos homicidios producidos en comunidades muy remotas de la geografía nacional muchas veces ni la Policía tiene conocimiento, por lo que hay que suponer que quedan fuera de la información estadística.
Pretender alterar, disminuyendo los datos que sobre muertes violentas proporciona el Observatorio de la Violencia de la UNAH en este momento y hacerlo público faltando pocos meses para las elecciones generales, puede dar pie para creer que tiene un tinte político que en nada contribuye al tema de fondo, que consiste en el combate a la delincuencia.
Lo prudente sería que el titular de la Secretaría de Seguridad buscara conciliar los datos de la información estadística con la institución universitaria, pero bajo criterios racionales en el uso de los mismos.
Una información veraz constituye una herramienta válida en la elaboración de una estrategia orientada al combate de la delincuencia; ocultar datos solo crea una ilusión falsa y momentánea en la percepción de la ciudadanía sobre una problemática que mantiene agobiada a la población.
Ojalá el conteo de las víctimas de hondureños y hondureñas cada día sea menor, pero de manera real; no debe haber razones político-partidarias para alterar la información, ya sea disminuyendo su número o elevándolo con propósitos electorales.