Opinión

Lección venezolana

Los venezolanos, que ya en 2007 habían rechazado en referendo las pretensiones de Hugo Chávez para profundar cambios en la Constitución, dieron el domingo otra gran lección democrática con una participación superior al 80% de los empadronados en unos comicios que se realizaron en la más absoluta tranquilidad, pese a la polarización existente.

El rumbo menos radical adoptado por la oposición dirigida por el candidato Henrique Capriles le dio muy buen resultado y le deja abiertas las puertas para posibles éxitos en el futuro.

El mismo discurso de aceptación de la derrota, en el que sin poner en dudas la legitimidad del proceso electoral felicitó a Chávez y expresó su más absoluto respeto por la decisión de los votantes, eleva a Capriles al nivel de un auténtico líder demócrata que visualiza con meridiana claridad el camino abierto para el futuro de la oposición democrática venezolana.

Aunque Chávez –que en su discurso también reconoció el carácter democrático de la oposición dirigida por Capriles— calificó de “perfecta” la victoria; lo cierto es que los resultados marcan un claro deterioro de su popularidad, como lo demuestra el hecho de que en 2006 ganó con más del 63% y ahora no llega ni al 55%.

Si realmente Chávez quiere que su “Socialismo del Siglo XXI” vaya más allá de su misma existencia, no solo deberá impulsar el surgimiento de un nuevo liderazgo; también tendrá que tomar más en cuenta los puntos de vista de la oposición, porque si esta se mantiene unida alrededor de un liderazgo democrático e inteligente como el de Capriles, estará lista para tomar el poder en la próxima oportunidad que se le presente.

Quienes andan absolutamente perdidos son aquellos políticos de otros países latinoamericanos que ven en el triunfo de Chávez una oportunidad para sus propias aspiraciones.

Y es que el éxito del “socialismo” de Chávez es de carácter rentista, depende de la renta petrolera, de los precios del crudo, por lo que su sostenibilidad es cuestionable y obviamente impracticable en un país que no tenga tales ingresos.

Por lo pronto, los venezolanos inician un nuevo período con el mismo Chávez; pero esta vez mucho más debilitado, más obligado a respetar a quienes le adversan.

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