Opinión

Mujeres + educadas = mejores trabajos

Hoy la competencia económica se da a nivel mundial. Por ejemplo, algunos productores textiles internacionales que operan en Bangladesh –luego del desastre de Rana Plaza- están buscando
si pueden trasladar a una zona franca centroamericana parte de sus operaciones.

La globalización de la competencia en la economía basada en el conocimiento, que caracteriza al siglo XXI, obliga a poner al centro de las agendas nacionales la educación para el trabajo y de la capacidad emprendedora.

Para que las políticas de educación, formación y aprendizaje permanente -que promueven la empleabilidad de las personas a lo largo de la vida- sean eficaces, deben formar parte de aquellas económicas, sociales y laborales y, además, estar coordinadas con los programas destinados al crecimiento económico y a la promoción del empleo.

La instrucción y la formación profesional, son fundamentales para que las personas tengan mayores oportunidades de lograr trabajo y mejores condiciones laborales.

Por ende, la educación escolar, técnica y universitaria debe estar en el corazón de las estrategias de desarrollo e incorporar adecuadamente la igualdad y equidad de género, de lo contrario la inserción ventajosa en la globalización no se conseguirá.

Más allá de las consideraciones de principios, la realidad exige tomar en muy cuenta la igualdad y equidad de género. En Centroamérica existen países donde su población tiene más mujeres que hombres, por ejemplo, o donde la escolaridad de la población femenina es superior a la masculina, factor decisivo en la mencionada economía del conocimiento.

¿Políticas que promuevan la igualdad de género en la formación profesional tendrían algún impacto en la empleabilidad de mujeres y hombres y en el desarrollo de los países?

Uno de los factores que en más lastra el aprovechamiento eficiente del recurso humano es la “asignación predeterminada” de las personas a distintas ocupaciones por sexo. Los estereotipos de género están en el imaginario colectivo y se reproducen y refuerzan en el mercado de trabajo dividiéndolo en ocupaciones masculinizadas y feminizadas.

Situación que impacta en el nivel macro-económico pues la segregación reduce la habilidad de los mercados laborales para responder a los shocks económicos, por ejemplo.

Proyecciones recientes de la Comisión Europea señalan que el déficit de mano de obra y de calificaciones afectará más a las ocupaciones que tienen más concentración de un solo género que a aquellas más mixtas.

¿Tendría algún impacto económico que más mujeres se incorporaran al mercado de trabajo y que lo hicieran en mejores condiciones? Pareciera que sí. La OIT
calcula que en América Latina y el Caribe entre 2012 y 2017 una disminución de la brecha de género en la relación empleo-población de 8 puntos porcentuales supondría un aumento adicional del PIB de US$223 billones.

La democratización de la educación de calidad, con igualdad para hombres y mujeres, es desafío principal para poder celebrar, y no sólo conmemorar, los bicentenarios de las independencias nacionales, en 2021.

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