Debemos estar muy alarmados por el daño irreparable que le hacemos a Honduras. Denunciemos a los que propician y sostienen permanente incertidumbre y confrontación.
Toda sociedad tiene el derecho, en la mayoría de los casos “constitucional”, a la educación, la salud, la vivienda digna, el trabajo, pero también el deber de “rescatarse”, de buscar alternativas cuando esto no ocurra o sus derechos estén en peligro. Mientras esto no suceda, y se continúe en esta eterna dependencia de la buena voluntad o magnanimidad de los líderes o dirigentes, corremos el peligro de continuar en el camino de la autodestrucción.
Eso hacemos, quedándonos sin patria, Honduras somos todos y sufriremos por los errores que no podremos cambiar. Llevamos tres años soportando el escarnio (burla, afrenta) gubernamental, como si fuera changoneta comunican decisiones, las más de las veces equivocadas y peligrosas para la estabilidad democrática de la nación y emocional de sus ciudadanos. Hablan con sorna (disimulo, ironía), ofendiendo la inteligencia popular y profesional, y para colmo culpan a los medios de comunicación y periodistas por la mala imagen que tiene Honduras en el exterior. Temeridad del que esperábamos prudencia, decencia y conciencia en su actuar.
El sensacionalismo irrespetuoso no es periodismo, es amarillismo ofensivo que pueden y deben regular y hacer cumplir. La mala imagen de Honduras la genera la política gubernamental equivocada, comenzando por la impunidad instaurada antes de tomar posesión, favoreciendo a quienes teniendo demandas por corrupción y delitos contra la patria fueron recibidos como “héroes” en Casa Presidencial. Inicio del desmadre. ¿Cuál seguridad jurídica? En Estados Unidos están presos los sobornadores de funcionarios de Hondutel. Aquí, estos son inocentes y festejan con los jueces. Inexplicable, injustificable. ¿Quién invierte sin garantías legales y donde sobornan con el “impuesto” de la corrupción?
Honduras abierta al negocio fracasó de inicio con una intervención presidencial que ahuyentó posibilidades. La inseguridad ciudadana la niegan y distorsionan los protegidos por guaruras pagados con nuestros impuestos. Aquí nadie está a salvo, nadie, y lo sabe el mundo entero menos los que mandan sin gobernar, que acusan a los periodistas y periódicos de enemigos de Honduras.
“Que prueben a ver, que prueben a ver si estamos ingobernables, atrévanse”. Atrevido el Presidente. Ignora que la ingobernabilidad sostenible y globalizada está entronizada en su gobierno, afectando la imagen del país. “Nos atrevimos a destapar la olla de corrupción que tenían muchos, eso ha generado problemas… estamos ya adelante con licitaciones trasparentes”. ¿A los corruptos los cocinaron en esa olla para que no destaparan a corruptos mayores? ¿Son transparentes las licitaciones por emergencias ficticias?
Desastre fiscal. Corrupción incontrolable. Protestas permanentes. 2,000 repatriados en mes y medio. Insalubridad, ineducación, desempleo, criminalidad, inseguridad, pobreza y miseria infrahumana. Son las imágenes que dan vuelta al mundo, propiciadas por la incapacidad gubernamental. ¿Qué daña más a Honduras, la prensa que informa la verdad u ocultarla, como quiere obligar el gobierno?