TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Una adecuada alimentación y actividad física pueden generar muchos beneficios en la vida de la persona con
cáncer de mama; por ejemplo, le facilitará el trabajo a los anticuerpos para tener una mejor recepción al tratamiento, además, es lo que va a evitar que caiga en desnutrición.
La nutrióloga Fany Montes manifiesta que “existen alimentos que pueden ser perjudiciales durante el tratamiento de quimioterapia porque llegan a provocar vómitos y diarreas”, por ejemplo, los alimentos grasosos, picantes o que puedan ser irritantes (curry o cayena), las carnes rojas y procesadas como las ahumadas, además de los postres altos en azúcares, alcohol, alimentos procesados, refrescos, cafeína, entre otros.
Lo más recomendable es dividir los alimentos en unas seis porciones pequeñas diarias, evitando grandes cantidades de comida para no forzar a su cuerpo, sin embargo, todo va a depender de qué tan sensible se encuentre la paciente durante la enfermedad.
Es importante tener una alimentación rica en frutas y verduras, “el plato debe ser colorido por el pigmento natural del alimento. Priorice mucho las verduras, precisamente las de color verde oscuro y amarillo intenso por el alto contenido de antioxidantes que estas poseen”, sugirió Montes. También hay que priorizar los alimentos altos en vitamina D, fibra y una constante ingesta de líquidos, de preferencia agua.
En cuanto a la actividad física, es muy importante dedicar por lo menos 150 minutos a la semana para mantenerse activa, puede distribuir el tiempo dependiendo de su condición física y su nivel de resistencia. Incluso puede caminar o hacer yoga.
La nutrióloga Fany Montes manifiesta que “existen alimentos que pueden ser perjudiciales durante el tratamiento de quimioterapia porque llegan a provocar vómitos y diarreas”, por ejemplo, los alimentos grasosos, picantes o que puedan ser irritantes (curry o cayena), las carnes rojas y procesadas como las ahumadas, además de los postres altos en azúcares, alcohol, alimentos procesados, refrescos, cafeína, entre otros.
Lo más recomendable es dividir los alimentos en unas seis porciones pequeñas diarias, evitando grandes cantidades de comida para no forzar a su cuerpo, sin embargo, todo va a depender de qué tan sensible se encuentre la paciente durante la enfermedad.
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Es importante tener una alimentación rica en frutas y verduras, “el plato debe ser colorido por el pigmento natural del alimento. Priorice mucho las verduras, precisamente las de color verde oscuro y amarillo intenso por el alto contenido de antioxidantes que estas poseen”, sugirió Montes. También hay que priorizar los alimentos altos en vitamina D, fibra y una constante ingesta de líquidos, de preferencia agua.
En cuanto a la actividad física, es muy importante dedicar por lo menos 150 minutos a la semana para mantenerse activa, puede distribuir el tiempo dependiendo de su condición física y su nivel de resistencia. Incluso puede caminar o hacer yoga.
El simple hecho de estirar su cuerpo le ayudará a disminuir los niveles de estrés. Con la implementación de hábitos saludables “se va a sentir mejor en el proceso de la enfermedad y estará mucho más fuerte”, finalizó Montes.
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