CHOLUTECA, CHOLUTECA.- El único apoyo con el que Santos Osorto (54) contó desde que era pequeño fue con el de su madre.
Hasta el último respiro, su progenitora nunca dejó de luchar para sacar adelante a su hijo, que padecía epilepsia y presentaba problemas de desarrollo.
La muerte de su “mama”, como cariñosamente se refiere Santos a su madre, marcó su vida siendo aún un adolescente ya que sus hermanos y familiares más cercanos lo abandonaron a su suerte para evitar hacerse cargo de él debido a su enfermedad.
“Mi mama me decía, ya cuando estaba muy enferma, que no se quería morir para no dejarme solo en el mundo. Yo me salía fuera de mi casa y lloraba largas horas y cuando ya me calmaba le decía que yo me podía cuidar solito, pero por dentro sentía que mi corazón se partía”, recuerda con tristeza.
El abandono de sus familiares obligó a Santos a buscar refugio en las calles y llegar hasta el punto de dormir en el cementerio, junto a la tumba de su madre.
“Mi vida cambió cuando me vine a El Arca, aquí logré entender que debía perdonar a toda mi familia para poder aceptar todo el cariño que aquí me dan y ahora ellos y Dios son mi única familia”, comenta con firmeza.
En El Arca, organización que ayuda y desarrolla las habilidades de personas con discapacidad, Osorto aprendió a fabricar hamacas con tanta exactitud que son comercializadas en la comunidad y los recursos que se generan son reinvertidos en la organización.
Creatividad
La pasión, entrega y responsabilidad que caracterizan a Osorto le han permitido convertirse en uno de los más destacados instructores en la elaboración de hamacas.
Entre sus más reconocidos alumnos figura el exseleccionado nacional de fútbol Samuel Caballero, quien además de aprender a hilar hamaca le cumplió uno de sus sueños a Santos, poseer una camisa del Olimpia, su otra pasión.
“Quiero tener mi propio televisor para disfrutar de todos los partidos del León”, comenta Santos.