SIGUATEPEQUE, HONDURAS.-Todos lo creyeron loco. Su sueño de construir un helicóptero con sus propias manos en el patio de su casa en su humilde y querido barrio San Antonio simplemente sonaba imposible, más aún en las circunstancias físicas que lo tenía la cruel e incurable poliomielitis.
Sin embargo, la fuerza de su alma era más grande que su sueño. La actitud positiva ante la adversidad lo llevó a invertir décadas en perseguirlo.
Viejos y oxidados amasijos de hierro, amarrados con los lazos irrompibles de la fe aún mantienen en pie su proyecto sin terminar.
Una historia inspiradora
La historia de don Agustín López Pacheco, el humilde poblador de Siguatepeque que dedicó 50 años de su vida intentando fabricar el aparato aéreo, ha quedado inmortalizada a nivel mundial.
Su historia fue conocida gracias a un video publicado por el documentalista norteamericano Tyler Bastián, en donde se muestra a don Agustín en plena faena, pues él soñaba con terminar el helicóptero, pilotearlo y sentirlo volar por el cielo.
Su objetivo no se pudo cumplir ya que falleció en 2017, a la edad de 75 años.
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Sus restos mortales descansan en el cementerio municipal de la ciudad del altiplano, al lado de la tumba de su madre Elena Pacheco, quien falleció en 1978.
Sin embargo, las palabras inspiradoras de Agustín están incluidas en la canción When I Need a Friend (Cuando necesito un amigo) de la exitosa banda británica Coldplay.
Las limitantes de don Agustín
Don Agustín nació con poliomielitis, un virus que afecta el sistema nervioso y provoca parálisis, pero en sus primeros años de niñez y juventud logró ponerse en pie y caminar cortas distancias.
En una de las fotografías que guardan sus familiares se observa de pie junto a una bicicleta, lo que demuestra su espíritu inquebrantable ante la situación.
Pero a medida que la enfermedad fue avanzando quedó totalmente inmóvil de sus extremidades inferiores y dependiendo de una silla de ruedas para movilizarse.
A pesar de haber perdido la batalla por mantenerse de pie, nunca desistió de su sueño de construir su aeronave de hélices rotatorias.
Siempre aconsejaba a sus amigos y familiares más cercanos nunca renunciar a los sueños personales, por más grandes que fueran.
“Ha marcado la vida de todos, siempre decía que lucháramos por lo que queríamos, no nos estanquemos en un sueño”, expresó Nicolle Leiva,
su sobrina.
Al principio varios de sus vecinos, como él mismo lo contó, lo calificaban de loco.
Agustín fue el menor de tres hermanos, los primeros dos fallecieron al igual que su madre.
A pesar de quedar solo, varias de sus primas le extendieron la mano y lo apoyaron con alimentos, medicinas, ropa y otras necesidades.
Una de ellas fue Julia Guerra Pacheco, quien lo ayudó. “Nosotros lo queríamos demasiado por su forma de ser, un hombre muy alegre y bromista. Yo lo alimenté por 30 años debido a que su salud se fue deteriorando y no podía caminar”, dijo Guerra.
Construyendo un sueño
EL HERALDO visitó la casa en donde don Agustín vivió la mayoría de sus años.
Es una vivienda de dos piezas construida de ladrillo, la que se convirtió en el taller en donde fue reuniendo y ensamblando cada pieza de metal con el objetivo de construir
la aeronave.
Fue en esa misma vivienda donde le hizo la entrevista Tyler Bastián, quien es además profesor de cine documental en Salt Lake Valley, Utah y fundador del Rise Institute.
En la actualidad la unidad está alquilada a una familia particular que ha instalado un pequeño negocio de verduras.
Sin embargo, en el patio trasero todavía se conserva la estructura sin terminar del helicóptero.
Debido a la intemperie y a los años que han transcurrido, se encuentra oxidada en su totalidad. También se conservan las dos sillas de ruedas que utilizó. Según cuentan sus familiares, Agustín era tan celoso de su proyecto que no permitía que nadie le ayudara ni lo tocara.
Luego de trabajar por varias horas en el día y la noche, Agustín acostumbraba en su tiempo libre leer libros y periódicos.
Su sobrina Gladis Leiva Guerra lo recuerda como un hombre adelantado a su tiempo.
“Era una persona inteligente, su pasatiempo era leer libros y prensa y logró acumular muchos libros”.
Las ganas de aprender y descubrir mundos diferentes a través de las letras lo llevaron a involucrase en la vida del Catecumenado, con el objetivo de preparar a los jóvenes para recibir su primer bautismo en la Iglesia Católica.
Su sobrina explicó que los hermanos del Catecumenado lo visitaban y le donaban libros.
Amiga inseparable
Don Agustín se hizo muy amigo de una señora de nombre Victoria Domínguez, quien se convirtió en su compañía por más de 20 años. Ambos se conocieron en las clases del Catecumenado y desde entonces no se separaron.
Victoria se convirtió en el apoyo idóneo de don Agustín, le preparaba la comida, le lavaba la ropa y hasta lo bañaba, según mencionaron sus familiares. El día que don Agustín murió, doña Victoria lo acompañó hasta su última morada. Un año después ella también falleció.
Don Agustín nunca tuvo hijos ni esposa, y aunque no dejó una descendencia propia su historia y su proyecto de volar en su helicóptero por las montañas de “Sigua” serán recodados cada vez que el mundo escuche el tema When I Need a Friend, del nuevo álbum 2019 Everyday Life de Coldplay.