Crímenes

Honduras en el cincel de los escultores

El I Simposio Nacional de Escultura se desarrolla con la participación de 30 artistas. Las obras se instalarán en la Galería Nacional de Arte

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17.06.2017

Las realidades de los humanos y su entorno están grabadas en piedra. Los artistas que integran el I Simposio Nacional de Escultura están dándole forma a la piedra y al mármol con los temas que les inquietan, y que hablan del hombre, la mujer, la niñez, la naturaleza, la política, el conocimiento, la cultura, la historia y la vida.

Desde hace casi dos semanas un grupo de 30 escultores hondureños, desde un espacio exterior de Cascadas Mall, han ido dándole forma a esa materia deforme que en estos días ya refleja un mensaje.

Varias generaciones de artistas fueron congregadas en este evento que se realiza gracias al aporte de Banpaís, con el apoyo de la Galería Nacional de Arte, la Casa Taller Sindamanoy y Mármoles de Honduras.

Alumnos se han encontrado con sus maestros de la Escuela Nacional de Bellas Artes, en una jornada donde fluye el arte y el intercambio de conocimientos, todos los días se aprende algo nuevo, dicen varios de ellos.

Historias

Artistas de Tegucigalpa, Siguatepeque, Copán Ruinas, Lepaera y Gracias (Lempira), están contando sus historias en piedra.

La vida está reflejada en la obra de Porfirio Benítez, que allá por 2015 ya nos había mostrado un poco de su trabajo en terracota con “Indagaciones al barro”, donde planteaba el papel del niño en la vida del adulto, en esta oportunidad el artista creó una pieza que refleja a un niño en posición fetal.

Con esta obra Benítez rescata la imagen de los infantes como seres inocentes, libres de los prejuicios que consumen a los adultos.

Kathy Munguía comparte la temática de la infancia, pero desde la perspectiva de la protección, tallando en la piedra los pies de un niño de cuatro años, cubiertos con un manto.

Desde la mirada de la maternidad y el lazo que une a madre e hijo, Carlos Guevara propone la obra “Maternidad concebida”, movido por el tema del aborto que tanta controversia ha provocado en Honduras, “a pesar de las circunstancias el niño es parte de la mujer y no es posible que ella lo deseche como cualquier cosa”, señala el artista.

Muy cerca de Guevara hay otra artista que desarrolla una escultura también pensando en la niñez. En la creación no terminada de Juliana Fuenzalida se puede apreciar un tornillo con la cabeza cuadrada, una obra que surge de la decepción, del hecho que los adultos quieran cambiar la forma de pensar de los niños, “volviéndolos cuadrados como ellos”, de ahí surgió ese clavo con forma humana y cabeza cuadrada.

Si nos vamos a otro segmento del área que ocupa el simposio está Edgar Zelaya, rodeado de “dos maestros”, como él mismo dice al referirse a Pastor Sabillón y Gustavo Armijo.

Zelaya presenta las dos caras de la moneda cuando el hondureño decide dejar su tierra para probar suerte en otro lugar, la figura que esculpe muestra la cabeza de una persona fragmentada en el centro, como una representación de la esperanza y la desesperanza.

A su lado derecho, Armijo crea una forma en espiral, como una representación del ciclo de la vida, del principio y el final; a su lado izquierdo, Sabillón le hace un homenaje a los perros, esos seres fieles que darían la vida por el humano con el que forma verdaderos lazos de amistad.

Scarlett Rovelaz y Marcio Arteaga se enfocaron en el tema de la naturaleza, la escultora con una obra en la que habla sobre la fragmentación que la industria le ha provocado al medio ambiente, y el escultor con un enfoque de la relación entre el hombre y la naturaleza.

En otro costado del espacio dos escultores reflejan en su obra la cultura maya. Marco Tulio Ramírez muestra la relación entre la luna y el sol, como un portal, en una obra que ha titulado “Eclipse”, y para la que usa solo el cincel, como es la costumbre de los escultores de Copán Ruinas, de donde también es Julio Hernández, que hace en el simposio una réplica del “anciano”, una reconocida escultura de las ruinas mayas de Copán, a la que le agrega un elemento: la guacamaya.

Esta pieza es una de las más grandes. Cerca de ellos trabaja concentrado Cristian Gavarrete, que desde Lepaera llegó para dejar su sello expresionista con la escultura de forma humana sometida, “ya sea por el miedo, la soledad o la angustia que se vive a diario en nuestra sociedad. Es un cuerpo perturbado”.

Entre un área de trabajo y otra anda Darío Rivera, que junto con Adonay Navarro son quienes tienen más experiencia en la talla directa sobre piedra. Rivera vuelve a traer a la escultura un tema bíblico que ha nombrado “Las 2 simientes”, conformada por dos rostros que significan el bien y el mal, el inferior tiene la marca “666” y el superior un “777”. Una contraposición entre Dios y el Diablo, entre la vida y la muerte.

El lado político está en la obra de Edwin López, que le da forma a tres sillas en el mármol, cada una de diferente tamaño, reflejando la lucha de poder de los tres partidos políticos más grandes de Honduras. “Lucha de poder” es el título de su obra.

Blas Aguilar, quien celebra el encuentro con varios de sus alumnos y con algunos de los que fueron sus maestros, trabaja en una obra relacionada con el conocimiento de los ancestros, a manera de una puerta con detalles que hablan del presente y el futuro, en la parte alta de ella, un agujero que simboliza esa abertura por donde entra la luz cenital que refleja el conocimiento.

El recorrido finaliza hasta que se llega al escultor número 30, 25 de los cuales fueron seleccionados en una convocatoria abierta, mientras que los otros cinco llegaron como asistentes y después se apropiaron de su propio material para contar una historia.

Las obras estarán terminadas el 24 de junio; a inicios de julio formarán parte del jardín de esculturas que se instalará en la Galería Nacional de Arte, y con el que Banpaís celebra su 25 aniversario de fundación, cuya conmemoración incluye otras actividades.