Valencia España
Son figuras gigantes, consideradas satíricas. Recorren cada año las calles de la ciudad y luego de un rato de alegría y de una ardua elaboración, arden en un magno espectáculo de fuego y pólvora. Se trata de las famosas Fallas de Valencia, que hace unas semanas se convirtieron en los nuevos integrantes de la lista de Patrimonio Inmaterial de la Humanidad de la UNESCO.
Según una publicación de la AFP, estos “ninots” (muñecos) elaborados de madera, cartón, papel y productos más modernos como poliestireno o gomaespuma, de hasta 30 metros de altura, invaden todos los rincones de Valencia y pueblos de la región, en una de las celebraciones más populares de España.
Las enormes esculturas que destilan creatividad, son representaciones satíricas, muchas veces subidas de tono, en ácidas críticas sobre acontecimientos actuales o personajes de la vida política, famosos o estrellas deportivas del país y del mundo.
En ese desfile, que recorre las calles de Valencia, no se salva nadie: Mariano Rajoy, Barack Obama, Hugo Chávez, Lionel Messi... sus enormes dobles han sido reducidos a cenizas.
Muy diferente a lo que ocurre en Trinidad, Santa Bárbara, aquí en Honduras, donde las chimeneas, que es lo más parecido a las Fallas, son obras de arte y expresión cultural de un pueblo.
La quema
Ineludiblemente, a la medianoche del 19 de marzo son prendidos en fuego, junto al sonido de los petardos, para celebrar la llegada de la primavera, en una tradición que se desarrolla en Valencia desde hace siglos y que se ha transmitido de generación en generación.
Su entrada en la lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la UNESCO es valorada por los responsables de las Fallas con orgullo. Y además esperan que le dé un empujón al turismo. “Es bonito, en el sentido de que se reconoce finalmente todo el conjunto de lo que significa la fiesta”, indica a la AFP Ximo Esteve, vicemaestro mayor del gremio de artistas falleros de Valencia.
Y es que, a diferencia de otras conocidas celebraciones en España, como los encierros taurinos de Pamplona o la guerra vegetal de La Tomatina, las Fallas son únicas porque implican prácticamente a toda la ciudad y durante el año entero, explica el presidente del Museo Fallero de Valencia, Gil-Manuel Hernández.
Es una “fiesta total”, ya que los ninots son elaborados durante meses por más de 380 organizaciones vecinales, que involucran a unas 200,000 personas “militando activamente para sufragar, mantener y poner en funcionamiento todo esto”, afirma.
Según el presidente del museo, el Ayuntamiento de Valencia, la tercera ciudad española con unos 800,000 habitantes, aporta el 20% del costo de las Fallas, pero el resto lo ponen los vecinos. Y el año pasado, el presupuesto para la elaboración de las representaciones se elevó a siete millones de euros, según cifras oficiales.
19 de marzoLa vida de las Fallas terminacuando son quemadas todas en la ciudad, por la noche. |
Es un “arte efímero” pero que deja en el espectador una memoria indeleble, señala el artista Esteve.
No se puede negar que es también “un ejercicio de autocatarsis colectiva, donde la gente saca todos sus demonios a la calle y luego los quema. (...) Un ejercicio casi sagrado, de limpieza colectiva”, acota Gil-Manuel Hernández.
Solo uno de los “ninots” será “indultado” por votación popular, para ser exhibido en el Museo Fallero, el resto serán reducidos a cenizas.
La “cremá” (quema) de los gigantes de cartón es el plato fuerte de las fiestas, que se realizan del 15 al 19 de marzo, pero que también incluyen espectáculos pirotécnicos, corridas de toros, trajes y música regional y, por supuesto, mucha comida y bebida.
Es un trabajo tan arduo, que una vez barridas las cenizas, los valencianos comenzarán los preparativos de las Fallas siguientes. Durante todo el año se mantienen activos los “casals”, centros de reunión de cada comisión (más de mil en total en toda la Comunidad Valenciana) que promueven actividades culturales.
La historia
La celebración, cuyos orígenes pueden rastrearse hasta el siglo XVIII y que ha sobrevivido a momentos de censura, atrae a más de un millón de visitantes, algo que los organizadores espera que se impulse con el reconocimiento de la UNESCO.
Los artesanos esperan también que esta actividad contribuya a visibilizar su trabajo, ya que según ellos ha disminuido a causa de la industrialización en la elaboración de los “ninots”.
“Nuestra actividad debería estar más protegida, porque es un trabajo que se está perdiendo”, afirma Esteve, portavoz del gremio con 250 afiliados.
Según la UNESCO, que anunció hace unos días la elección, las Fallas de Valencia “propician la creatividad colectiva y la salvaguardia de las artes y artesanías tradicionales”.
“También constituye un motivo de orgullo para las comunidades y contribuyen a forjar su identidad cultural y cohesión social”, agregó el organismo.
La decisión fue tomada por un comité del patrimonio inmaterial reunido desde el 28 de noviembre al 2 de diciembre en Adís Abeba, la capital de Etiopía, donde examinaron un total de 37 candidaturas.