Tegucigalpa, Honduras
Honduras está viviendo de nuevo otra crisis política en la que aflora el odio personal y la ambición desmedida por el dominio. No importa cuántos tontos mueran en las calles por los de arriba o quienes desaparezcan por los aires en medio de una nación sitiada por el desorden y una marcada conspiración por matarla a pedazos.
Después del derrocamiento de Manuel Zelaya Rosales, la patria se polarizó por culpa directa de unos cuantos políticos y empresarios delincuentes que se creen inmortales, dueños del país. Todo lo que estamos viviendo no es nada halagüeño. ¿Pleito de ideologías? Hasta pensarlo resulta la peor pajarota. Es una disputa a muerte de tronos.
Cuatreros
Idean que esta tierra es su hacienda. Como dijo en los años 80 un “respetable” banquero que Honduras era su potrero. En lenguaje más sencillo, dejó claro que éramos su cagadero. Han pasado casi cuatro décadas y la misma “clase política” -unos cuantos ajados y sus herederos- nos tienen la cara de inodoro. Maleantes hablando de cambios.
Hemos perdido la razón. No es posible que a estas alturas de la vida, peligrosos “hombres de negocios” y otros metidos en política nos tengan casi postrados, de rodillas. Quienes se la tiran de tiesos y tersos son meros asaltantes que hoy –para colmo de nuestros males- se muestran mansas palomas y los gentíos -en retraso- los ven sanos. Cría cuervos y te sacarán los ojos.
En pleno avance celebramos votaciones el pasado 26 de noviembre. Rostros nuevos y vetustos en las papeletas en medio de una elección cuestionada por la inscripción del mandatario Juan Orlando Hernández Alvarado y su lidiado continuismo por sus rivales que cacarean decencia y fueron los primeros en plantear la reelección desde 2007.
Corruptos
De ese año a la fecha, la nación está enfrascada en una lucha de poderes. Los antecesores de Hernández Alvarado –su partidario Porfirio Lobo Sosa y Manuel Zelaya Rosales- tuvieron jefaturas plagadas de abrumadores abusos y de locuras. La actual regencia tampoco ha sido la excepción. El saqueo al seguro social y otros gustos golpearon sus bases.
Zelaya Rosales –líder de la oposición- llamó a la insurrección antes y después de que un lerdo Tribunal Supremo Electoral (TSE) declarara Presidente a Hernández Alvarado –cuya gestión- dice el hombre de Los Horcones- no tendrá paz. No cabe duda de que las heridas del 28 de junio de 2009 no han sanado y el odio creció entre diversos grupos “soberanos”.
El líder de Libre recalca que Hernández Alvarado ganó con fraude y acusa a su gobierno de corrupto, de nombrar magistrados para reformar lo que él mismo quiso bajo otras mañas y que lo llevaron a su fatal caída de 2009. Hernández Alvarado tiene prensa mansa, expresa el par de Lobo Sosa, que también soñó eternizar ensalzado por periodistas mojados por fajos de billetes del Estado. ¿Recuerdas? Ahora son “admirados e influyentes” cronistas. Empresarios y políticos también los miman por si sus picos gritan. ¿Mentimos?
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Léperos
¿Quiénes iniciaron a coquetear con la odiada reelección presidencial? Pues los mismos que fiaron la reciente elección. En su afán por sacar a Hernández Alvarado del sillón, sus rivales están en las calles retando la autoridad, pillando, destruyendo lo ajeno y lo público. “Mel” asegura que más de veinte hondureños han muerto por una “lucha justa” para sus apetitos.
En medio de las trifulcas, cae Hilda Hernández –hermana del Presidente- junto a cinco tripulantes de la nave siniestrada en la reserva de Yerba Buena, Francisco Morazán. Empero, extremistas de Libre bombardearon las redes sociales poniendo en duda su muerte. Cruelmente y en una lucha intestina por la corona hasta pidieron mostrar su cadáver.
Zelaya Rosales insiste en que el lempireño es “corrupto”. ¿Será que su gobierno y el de Lobo Sosa no besaron a narcos? La pregunta es válida para todos. Nadie puede jurar decoro cuando la mayoría está hasta el gorro de delitos. Quien esté libre de pecado que tire la primera piedra. Los trajeados del bajo mundo conspiran por sembrar muerte, odio y acabar con el país sin poner el pecho. Ustedes son hijos de…este pueblo.