Siempre

Artículo de Octavio Carvajal: Excepción y decepción

Ningún ente local atina cuántos mareros circulan en todo el país a vista y paciencia de los mandos que los ven de esquina en esquina
18.12.2022

TEGUCIGALPA, HONDURAS.- El estado de excepción parcial fijado por la jefa Xiomara Castro agrada a unos y fastidia a otros. ¿Pagarán justos por pecadores?

Una cosa es acosar, capturar y encerrar con tesón a pandilleros para frenar y mermar su infernal paso en alianza con los de arriba y, otra, que sin garantías constitucionales los uniformados fuercen a inocentes y protejan a temibles delincuentes.

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No reñimos en si enchuta malo y si no, también es malo. ¡No!, la norma es una cosa, la clientela es otra. Las maras y sus jefes no solo acechan en la barriada, visten de traje, son políticos y ricachos sacros que andan en autos pompa surtidos —ilegales— de sirenas, luces alternas y sin placas en trama con una Seguridad prostituida. Adivina, adivinador ¿qué soberbio ‘galán’ es el enlace entre Castro y los chafas?

Ganar

Tarde o no, tomar laudos, en o bajo cualquier ámbito, es mejor que hacerse el o los locos con el caos. Empero, las llanezas pueden ser onerosas y ambiguas para miles que ya están cerrando más temprano sus negocios en época navideña por confusiones o temores, aparte de estar rematados en ese callejón sin salida por extorsiones y crímenes bestiales de temibles e intratables malhechores.

El antisocial cumple sus amenazas, es un peculiar sangriento e insano que todos los días recolecta millones a lomos de una sociedad azota da por un mal consentido por la suciedad de los mandos que ejecutan un estado de excepción donde no vemos redadas de mareros, sino un enredo o intriga en aplicar la ley. Los bandidos usan sinfín de tretas para evadir retenes.

+Artículo de Octavio Carvajal: Corte de cachos

Tropa

Los pandilleros de calle actúan en impunidad y en total libertad porque en los operativos policiales y militares el fin es verlos, saludarlos y no tocarlos por flojera o complot. El marero de traje, por su lado, roba, destruye lo ajeno, vende o compra armas y dirige tropas militares. Así marcha el medio rancio, pero “el perverso, incendiario, maleante y extorsionador soy yo”.

¿Verdad, señor ministro? En río revuelto... las cúpulas, en cuchitriles y en casonas, sesionan con propietarios y suplentes para cuidar a sus delincuentes. Es un arma de doble filo. Pareciera una pantomima para azorrar nada más.

Las víctimas siguen pagando al día la “renta” para sostener la pereza y maldad de sus victimarios. Ya dejen la paja de que caerán si ustedes, sí ustedes, corbatudos y malos policías, son parte del albañal.

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Marero

Relatos en cortes de Nueva York ratifican que los de arriba están hasta el gorro con cruentos mareros. El más reciente y que pronto irá a cantar con su pico es el exdiputado liberal Midence Oquelí Martínez (primo de Los Cachiros) que en 2006 soñó ser secretario de Seguridad con el “Poder Ciudadano”.

“Octavio, pasá por tus cincuenta pesitos y pan con mostaza”. Ser pendejo es gratis, unos nacen y otros se apendejan en el andar. Uno de los legajos afirma que Oquelí, al modo de Fredy Nájera (purgado a 30 años de cárcel), “escoltó algunos cargamentos de cocaína... ayudó, planificó y participó en actos de violencia, además de entrenar con armas a asesinos a sueldo de Los Cachiros, reclutados por la conocida Mara Salvatrucha o MS-13”. Lavó casi dos millones de verdes, creó su imperio y costeó deseos políticos. ¡Amor!

+Artículo de Octavio Carvajal: Treinta, si cantas

Tarifados

El caso de Oquelí, así como el de Najéra y “Tony” Hernández, entre otros, sellan el cariño de policías, militares, altos oficiales, jueces y fiscales con mareros y sus diversas vilezas. Son las mulas de quienes fingen pureza por el alto grado de pureza del alcaloide. Entonces, ¿para qué o qué efectos de pureza daría el estado de excepción? Si los grandes dirigen ficciones y no serias acciones contra sus aliados.

Es un camuflado del tanto tienes tanto vales, nada tienes nada vales, en el que un señorío de agentes y altos oficiales apenas miran lujosas camionetas blindadas, sin registro, con sirenas y luces intermitentes, no solo se hacen los idos, sino que les hacen valla para que sus ocupantes se vayan sin hacer bulla después de abordar a sus víctimas en todos los rincones del país.

¡Octavio, tarifado! Ojalá la excepción no sea otra decepción para un pueblo harto de lagartos, parto de un método putrefacto que hace teatros creando módulos que solo auxilian a reales criminales. Veremos si caen los grandes, los hijos de papi, de mami y los jefes de la pandilla estatal, sino, ¿se irán para Nueva York con nueva Corte?

+Artículo de Octavio Carvajal: ¿Serán ellos?, ¡son ellos!